El terremoto más grande de la historia: la Tierra tembló como si hubiesen arrojado 23 mil bombas atómicas

El terremoto más grande de la historia: la Tierra tembló como si hubiesen arrojado 23 mil bombas atómicas

El mayor terremoto registrado de la historia constituyó, para lo investigadores, uno de los hitos más relevantes de la sismología instrumental: fue la primera vez que los sismólogos lograron obtener registros de un terremoto catalogado como gigante (Getty)

 

 

 





Miles de relojes -rotos, destrozados, aplastados- se detuvieron exactamente a la misma hora, las 15:11 de la tarde, cuando el suelo se sacudió a lo largo y lo ancho del territorio chileno con una intensidad de la que ningún ser humano tenía memoria ni había registro en la historia. En un lapso de diez minutos ciudades enteras se hundieron, se derrumbaron miles de casas, otras zonas se elevaron varios metros, un volcán entró en erupción, se cayeron puentes y varios ríos cambiaron su cauce. Los muertos se contaron por miles y los damnificados en más de dos millones.

Daniel Cecchini

“El terremoto era como un gigantesco cíclope que con un enorme mazo iba aplastando todo con furiosa ira. Un solo golpe y abajo la torre del cuartel de Bombas… Impuestos Internos, el Centro Español, la Catedral, la Iglesia Evangélica y tantos otros. De pronto el gigante enloqueció y empezó a repartir mazazos a diestra y siniestra, dejando brutalmente herida a toda la ciudad”, describió Hernán Olave, en su libro Horas de tragedia, el impacto que tuvo en Valdivia -lugar del epicentro- el mega sismo que sacudió a Chile el 22 de mayo de 1960, con una magnitud de 9.5 en la escala de Richter, la más alta registrada desde la existencia del sismógrafo.

Eso no fue todo. Unos quince minutos después un tsunami con olas superiores a los diez metros arrasó con buena parte del sur del país, causando gravísimos daños en Valdivia, Corral, Puerto Saavedra, Isla Mocha, Maullín, Ancud, Castro, entre otras localidades.

Con el correr de las horas, las olas también llevaron su potencia destructiva y mortal a otras costas del planeta, en el Pacífico y el Índico. En Hawái, quince horas después del terremoto, llegó un tsunami que causó 61 muertes y daños severos en Hilo, donde hubo olas de más de diez metros de alto. En Filipinas las olas mataron a 32 personas y en la Isla de Pascua, Samoa y California hubo daños materiales.

A 17.000 kilómetros de distancia del epicentro, el desastre golpeó en Japón, donde 22 horas después del terremoto llegaron olas de 5,5 metros que destruyeron 1.600 hogares y mataron a 138 personas en la región de Honshu. También provocaron daños en Tahití, en Nueva Zelanda, en la Samoa Americana, en California y Alaska, Estados Unidos, y hasta en Kamchatka, Rusia.

Fue un monstruo planetario”, lo describió Tom Jordan, entonces director del Centro de Terremotos del Sur de California en un artículo de la revista Nature, cuando se cumplían 50 años de la tragedia.

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