Los 33 muertos hallados en un entrepiso: suicidio colectivo, crímenes y una secta que ocultaba una estafa

Los 33 muertos hallados en un entrepiso: suicidio colectivo, crímenes y una secta que ocultaba una estafa

Entre los muertos había algunos niños que eran alumnos de un jardín de infantes y una escuela dirigida por la propia Soon-Ja (Netflix)

 

Los cables datados en Seúl, Corea del Sur, que difundieron las agencias de noticias el 29 de agosto de 1987 eran tan espeluznantes como imprecisos. Uno de ellos decía: “Treinta y tres personas fueron encontradas muertas, al parecer víctimas de un suicidio colectivo, en la localidad surcoreana de Yongin. Entre los fallecidos figuran 10 adolescentes. La policía no estaba en condiciones de asegurar esta madrugada si Park Soon-Ja, de 48 años, presidenta de una secta denominada Asociación Odaeyang Co, se encontraba entre las víctimas. Entre los muertos hay algunos niños que eran alumnos de un jardín de infantes y una escuela dirigida por la propia Soon-Ja, así como algunos empleados de la asociación religiosa”.

Por infobae.com





Con el correr de las horas se tendrían algunas precisiones más, que encuadraban las muertes en una serie de fenómenos similares que parecían marcar esos tiempos que marchaban hacia el fin del milenio, el de los suicidios sectarios masivos, iniciados con la muerte de 917 seguidores del pastor Jim Jones en Guyana en noviembre de 1978.

Sin embargo, la trama del caso no demoró en complicarse cuando pareció un trasfondo de estafas, maniobras y vinculaciones de la “asociación” liderada por Park, a quien llamaban “La Madre”, con otras organizaciones que tras una fachada religiosa ocultaban millonarias maniobras económicas ilegales.

Pero antes de que todo eso saliera a la luz surgió otro dato inquietante: no todos los muertos de la secta se habían suicidado. Algunos presentaban señales de haber muerto por estrangulamiento.

Artesanías y estafas en “El Cielo”

Los cadáveres fueron hallados en el entretecho de una fábrica que la secta tenía en Yongin, a 82 kilómetros al sur de Seúl. Allí sus integrantes supuestamente producían y vendían todo tipo de artesanías para recaudar el dinero necesario para mantener económicamente su funcionamiento y también financiar las actividades de un jardín de infantes y una escuela primaria.

Se trataba de artesanías regionales que, en el salón de ventas, se ofrecían principalmente a los turistas. Eso era también una estafa: si bien en la fábrica, que llevaba el nombre de “El Cielo” se producían unas pocas piezas, el grueso de lo que se exponía como obra de los integrantes de la secta eran en realidad productos de fabricación industrial que Park Soon-ja y sus seguidores compraban en la capital coreana.

En realidad, la fuente de financiamiento – y de maniobras financieras que no se conocieron en un primer momento – eran las “inversiones” que “La Madre” y su círculo más cercano obtenían a través de sus seguidores, que tenían la misión de obtener dinero de sus familiares, vecinos y amigos con la promesa de grandes ganancias.

La mecánica era la típica de un “esquema Ponzi”, la estafa piramidal ideada en los Estados Unidos en la década de 1920 por Charles Ponzi, que funcionaban mediante la oferta de “inversiones” que supuestamente ofrecían altos beneficios pero que, en realidad, se pagaban con los fondos aportados por nuevos inversores, hasta que ya no se podían pagar, dejando un tendal de estafados porque dejaba de entrar dinero fresco.

Más temprano que tarde, el “esquema Ponzi” fracasa y queda al descubierto la estafa. Eso fue lo que le ocurrió a la asociación liderada por Park Soon-ja a mediados de agosto de 1987, cuando ya no pudo continuar con el juego y comenzaron los reclamos de sus inversores.

En un primer momento “La Madre” creyó que podría controlar la situación con el uso de la intimidación y envío a un grupo de adeptos a “visitar” a los acreedores para convencerlos de que no continuaran con sus reclamos. A los que no se dejaron intimidar, trataron de “convencerlos” a golpes.

La movida fracasó tan estrepitosamente como el “esquema Ponzi”, porque en pocos días se multiplicaron las denuncias ante la policía, por los golpes, y ante la justicia, por el dinero que se había esfumado. La suma alcanzaba los ocho millones y medio de dólares.

A partir de ese momento las autoridades lanzaron una orden de busca y captura contra Park Soon-ja y una decena de sus seguidores, que para ese entonces dejaron de mostrarse por los lugares que solían frecuentar… O eso pareció.

Muerte en el entretecho

La delegación policial que se presentó en la fábrica y centro de ventas “El Cielo” encontró los locales cerrados y a dos empleados que dijeron no saber nada del asunto ni del paradero de los demás.

No estaban en la lista de buscados, de modo que ni siquiera los llevaron a una comisaría para interrogarlos.

Cuando los policías revisaron el establecimiento lo vieron vacío y silencioso, lo que les confirmó que allí no había nada. No imaginaron siquiera que sobre sus cabezas, en un entretecho de maderas fuertes, 33 personas quietas y calladas, estaban escuchando sus pasos y sus conversaciones.

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