Aunque pierda, sigo enchufado, por @ArmandoMartini

Aunque pierda, sigo enchufado, por @ArmandoMartini

Armando Martini Pietri @ArmandoMartini

Amante del fracaso y la desesperanza. Enamorado de la frustración democrática. Apasionado por el burocratismo que abraza incertidumbre con extremidades abiertas. Un romance impulsivo para continuar enchufado.

Devotos de la desilusión ciudadana y susceptibles al drama, exploran anhelantes seguir vinculados al privilegio, aunque la paciencia esté sometida a prueba extrema. Imán que atrae con la promesa de providencias etéreas y políticas transformadoras. Un deleite observar cómo se debaten apasionados, mientras saborean delicadeces en cómodos sillones apoltronados, perezosos y reclinables a que llegue el desenlace digno de una telenovela épica.

En momentos de tensión esperan cargos por mínimo e insignificante que sea, presenciando el nacimiento de una estrella en el firmamento. Apetito de agarrar el mazo y con porrazos amorosos encuentre la forma y se decida cooperar. Emoción solo comparable con la de un niño en la víspera de la Navidad esperando descubrir a Santa. 





Campañas electorales populistas, falaces y mentirosas en la que los aspirantes cautivan con promesas deslumbrantes y embaucadoras sonrisas ensayadas. Como no sentir, que se está en un concurso de talento mediocre, esperando abrumados la sorpresa del próximo número de magia: “¡Abra Kadabra! ¡Ofrecimientos cumplidos para todos!”

Intrigas políticas que mantienen la atención como siguiendo una trama de una invención de sigilo misterioso. ¿Quién traicionará? ¿Qué algarabía surgirá? Sin olvidar la fascinación y el embrujo de los escándalos políticos. ¿Qué sería sin esos momentos de asombro, incredulidad y risa histérica mientras vemos cómo los comediantes batallan por explicar lo inexplicable? Un teatro de enredos astronómicos con personajes que parecen logrados de un guion de Shakespeare.

Y los entusiastas de la extraña pasión por la desventura, ¿qué dicen de los reajustes? Un regalo inesperado que llega en el peor momento posible, a punto de finalizar. Emocionante hacer antesala, mientras el progreso se mueve a la velocidad de un caracol resfriado 

Egos, celos, esmeros e inquietudes, joyas de la política. Y, ¿qué será de aquellos, cuando deciden rendirse en lo más apasionante de la competencia? ¿O los patéticos que se congelan? Como si esos afanes están al corriente, cuándo se solicita un recordatorio humilde de que la perfección es un ideal inalcanzable.

Cómo dejar de lado, a los fieles con la extraña habilidad para desaparecer en el momento crucial. Se podría inventar algo sin la tendencia de hacerse invisible cada vez que es requerido. Sería quitarle la emoción a la búsqueda del tesoro en el cajón de las maromas.

La burocracia, maravillosa máquina aceitada, demuestra que el progreso puede ser tan lento como una tortuga enratonada. ¿Quién quiere decisiones rápidas y eficientes cuando puedes disfrutar del trámite y el arte de la espera infinita?, y ¿Quién no goza del suspenso mientras aguarda su solicitud sea finalmente procesada?

Aunque pierda, quiere seguir enchufado. Pocas cosas puede igualar la intensidad de experimentar la adrenalina o hacer tiempo, para observar cómo deciden tener un ataque de pánico en el momento oportuno. Así que, abrazan con amor y paciencia las desventuras políticas, porque en medio de la desgracia encuentran momentos de humor y, quién sabe, tal vez en un futuro miren hacia atrás y se mofen. Manteniéndonos en vilo y, por supuesto, enchufadamente conviviente.

¿Para qué la tranquilidad y certeza cuando puedes recrearte con la montaña rusa emocional de la política? Un juego interminable. ¿Qué sorpresa nos deparará hoy?” Sigan pendejos e ignorantes acorralando la frustración democrática, el infortunio y desventura de perder la libertad. Mientras puedan, disfruten el viaje sin fin por los vericuetos del poder político. Eso sí, siempre enchufado a la bula.

@ArmandoMartini