El último show de Elvis Presley: la canción del final y los cambios físicos que anunciaban su muerte

El último show de Elvis Presley: la canción del final y los cambios físicos que anunciaban su muerte

Elvis terminó de cantar Can’t Help Falling In Love y dejó el escenario. La banda, como siempre, siguió tocando unos minutos hasta que se avisó: “Elvis has left the building”. Elvis se ha ido (Getty Images)

 

Desde su primera aparición en 1956 en The Ed Sullivan Show , Elvis Presley encarnó en su voz y en sus movimientos rock and roll puro. Su carrera elevó a un simple chico de campo al músico más popular del planeta. Vendió millones de discos y tocó conciertos para decenas de fanáticos que aullaban ante el mínimo gesto del artista.

Por infobae.com





Detrás de escena todo cambiaba y la luz de Elvis se apagaba. Era un hombre que se cerraba en si mismo. Con el paso de los años, cayó en la adicción a los opiáceos y descuidó su salud. Finalmente, Elvis Presley murió en su casa de Graceland el 16 de agosto de 1977, a la edad de 42 años.

Ese mismo año, menos de dos meses antes, fue el concierto número 55 de 1977, el último de su vida. El Marquet Square Arena de Indianapolis estaba repleto. El público gritaba, pedía sus temas favoritos, celebraba sus (escasas) ocurrencias, hacía como si nada pasara. Terminó de cantar Can’t Help Falling In Love y dejó el escenario. La banda, como siempre, siguió tocando unos minutos hasta que se avisó: “Elvis has left the building”. Elvis se ha ido.

Era el 26 de junio de 1977. El hombre que había provocado una revolución, uno de los tres artistas populares más influyentes del Siglo XX, ya no volvería a cantar en público. Moriría sentado en el inodoro de su mansión. Tenía 42 años. Parecía de muchos más.

Presley había tratado de evitar las drogas. Sin embargo, mientras estaba en el ejército a fines de la década de 1950, conoció las anfetaminas. Los consideraba simplemente como medicina. Mucho más aceptable que las sustancias ilegales que se vendían en las calles de las ciudades de Estados Unidos.

La noche de su muerte, la prometida de Presley en ese momento, Ginger Alden, lo encontró en el piso de su baño en su propiedad de Graceland en Memphis. Según Alden, “parecía como si todo su cuerpo se hubiera congelado por completo en una posición sentada mientras usaba el inodoro y luego se había caído hacia adelante, en esa posición fija, directamente frente a él”.

El último año

Durante ese año, el plan del Coronel Tom Parker, manager de Elvis Presley había sido diferente al de los años anteriores. Muchas giras por todo Estados Unidos con actuaciones intensas durante dos semanas, un breve descanso y luego volver a la ruta. Durante casi todo 1977 no se presentaría en Las Vegas, el sitio en el que Elvis se había asentado durante los setenta. Recién en octubre cantaría en el nuevo salón del Hotel Hilton para 7.000 personas.

Desde hacía años que los shows de Elvis eran abiertos por Jackie Kahane, un comediante norteamericano, que amenizaba la espera con su rutina de stand up. Al principio su intervención duraba poco más de un cuarto de hora. Pero con el correr del tiempo y el deterioro de Elvis, debió ir alargando su actuación hasta que el Rey estuviera listo para ingresar. Hubo días que Kahane estuvo en el escenario más tiempo que Presley. Kahane llegó a tener que estar frente al público casi una hora.

“Elvis se ve y se escucha maravilloso esta noche”, dijo el comediante al público antes de dejarle lugar a la estrella el día de la que sería su última actuación. Y no había mentido. La mejoría de su estado respecto a los días anteriores era evidente. Tal vez lo ayudaba saber que esa sería la última escala de ese tramo de la gira y que podía volver por unos días a Graceland. O, quizá, esa noche su mente estaba más despejada que lo usual.

Circulan en la red (y durante años en vinilos muy cotizados) grabaciones piratas de esa jornada. La voz de Elvis siempre afinada, se lo percibe en sintonía con el público, suelto, con cierta energía. El repertorio tiene varios de sus clásicos iniciales (Heartbreak Hotel, Hound Dog, Don’t Be Cruel) y algunos temas del cancionero más reciente como su versión de Bridge Over Troubled Water.

Sus músicos y parte del séquito coinciden en que ese show fue de los mejores que hizo en 1977. Los dos anteriores habían sido casi catastróficos. Como muchos otros de ese año. Casi no hablaba con el público. Se movía con dificultad por el exceso de peso, se olvidaba las letras, repasaba la lista de temas con apuro como si se tratara de finalizar un trámite. Su cara parecía diseñada por un mal maquillador de una película de terror clase B. Abotargado, era un espectro en el escenario con algunos momentos de lucidez.

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