Carlos Ochoa: La universidad plebiscitaria se impone

Con el derrocamiento de Pérez Jiménez en 1958 el país recupera el proceso de democratización  iniciado después de la muerte de Juan Vicente Gómez, la lenta transición liderada por el General Eleazar López Contreras y continuada por el también General  Isaías Medina  Angarita se interrumpió con el golpe de octubre de 1945 liderado por los coroneles Delgado Chalbaud y Marcos Pérez Jiménez con la participación de Acción Democrática, lo que lleva a Rómulo Betancourt a presidir la junta de gobierno, a pesar que Betancourt nunca alcanzó un título universitario formó parte de la llamada generación del 28 surgida de las aulas universitarias, lo que lo convierte en el primer presidente universitario del siglo XX.

El militarismo que no todos los militares, siempre han sentido y mostrado un desprecio por la academia, se vivió con Gómez, Pérez Jiménez y más cerca con Chávez y su sucesor Nicolás Maduro.

El modelo universitario que se inaugura en 1958 incorporó a amplios sectores,  creando una movilidad social que le dio apoyo al proyecto político democratizador, sin embargo a lo interno las universidades autónomas empezaron a colapsar cuando el modelo rentista petrolero inició su declive, en su ADN no estaba ni está la autogestión, generación de ingresos y mucho menos profanar el sancta sanctórum de la democracia populista como lo es el pago de matricula para todos aquellos que pueden costearla.





Para la continuidad de esa narrativa han sido muy útiles los grupos de izquierda que hicieron de las universidades nacionales y en particular a la UCV su reducto después de la derrota militar que sufrieron en los años 60, la gratuidad universal de la enseñanza que en poco beneficia a los más desfavorecidos, la defensa de una autonomía que pretende una soberanía de estado dentro del estado nación han contribuido a que la universidad no avance ni responda a las demandas que se espera de estas.

No es correcto decir que el chavismo acabó con las universidades, la crisis venía de mucho antes, el acoso, desmantelamiento y centralización administrativa lo que hace es colocar los puntos donde tienen que ir para el avance del proyecto autoritario.

Las fallidas elecciones de autoridades en la primera y más importante universidad del país el viernes pasado es una victoria para el autoritarismo, primero porque los ucevistas acataron lo que se negaron cumplir por 15 años, hay que decirlo, el militarismo venció y la universidad plebiscitaria, asambleísta en donde la academia poco importa se impuso.

Y segundo pero no menos preocupante, es que los mensajes de los principales aspirantes a autoridades no transmiten nada sustancial, después de 15 años hablan de cambio, renovación, como si nada de lo que ha vivido el país y las universidades modificó el paisaje, en eso se asemejan a algunos aspirantes de las primarias opositoras que le hablan al país como si todo estuviera normal cuando en realidad después de más de dos décadas no queda nada en Venezuela que se pueda considerar en estado de normalidad, mucho menos las  universidades que han sido de las instituciones más agredidas por quienes ven en ellas un peligro que pueda despertar la luz, que venza  las sombras que oscurecen la vida de la república.