Luis Barragán: Ejercicio preparatorio

Luis Barragán: Ejercicio preparatorio

Luis Barragán @LuisBarraganJ

Extraordinario ha sido el retroceso en términos de cultura política en el presente siglo, demostrando cuán engañosa ha sido la llamada democracia participativa y protagónica, por ejemplo. O, al menos, podemos aseverar que los únicos participativos y protagónicos han sido y son los que monopolizan la dirección indivisa del Estado, por más de dos décadas.

Una somera revisión de la vieja y libre prensa, evidencia una variedad y complejidad de situaciones e interpretaciones que contrasta con el férreo control ejercido ahora en esta aldea monotemática en la que prevalece y permea con obvia facilidad la versión oficial de una realidad que sigue siendo real, gravitando constante y sonante sobre cualesquiera instantes que le sirven de soporte, retomando una muestra de Octavio Paz y su “Ejercicio preparatorio”. El poder establecido ha impuesto un obsceno culto a la simplicidad haciéndonos creer que no sólo somos víctimas de un caprichoso bloqueo imperial, sino también culpables en casa, nada más y nada menos en casa de no cubrir la cesta básica de alimentos en momento alguno, bajo la ilusión óptica de nuestra incompetencia ante una mayoría que disfruta de la buena vida con los bolsillos llenos de dólares.

La miseria, el hambre y la enfermedad, una realidad sólida y punzopenetrante, golpea inmisericorde ahí mismo, donde ellos juran felicidad. La intuimos, pero no la sabemos quiebra de la industria petrolera, saqueo del erario público, demolición infinita del Estado depredador, y, muchísimo menos, prestos al debate, avistamos como solución una economía libre y competitiva en el marco de un convincente Estado Constitucional capaz de salvaguardar la dignidad de toda persona humana.





En días pasados, en una conexión virtual que tenía tanto de académica como política, nos vimos forzados a polemizar desmintiendo la aseveración de dos de los numerosos opinantes de la jornada que sostuvieron, palabras más, palabras menos: “¿Para qué hablar de zonas económicas especiales, si nadie las entiende?”, concluyendo que, en todo caso, prometer su extensión “será la mejor manera de poner en jaque al gobierno”. De nuevo nos percatamos del inaudito prejuicio de que nadie es capaz de comprender su propia realidad, una realidad que urge de un honesto abordaje y de una correcta interpretación, sin que la tarea política remita a una bastarda sobresimplificación convencida de la estupidez del resto de los mortales. Y esto, porque hay sectores dirigentes de la oposición que emplean el lenguaje mismo del régimen y, en última instancia, tampoco entienden esa realidad por enorme, sólida y palpable que fuere, suponiéndola por siempre ajena.

Todo parece indicar que, en los días de superación del régimen socialista, será tan reciente el nuevo orden de cosas que tendremos que darles un nombre para no señalarlas con el dedo, como en los inicios del Macondo de García Márquez, aunque debemos anticiparnos. Y esto significa que todo dirigente político que se tenga por tal, ha de esforzarse por actuar y pensar en profundidad de acuerdo a un ineludible mandato histórico: el de rehacer la vida republicana sobre valores y principios distintos que tenga como eje la ciudadanía activa.