William Anseume: El régimen sin ministro para las universidades

William Anseume: El régimen sin ministro para las universidades

Tal vez en esta gerencia moderna, de redes sociales, ya existe un nombramiento circulando. Tal vez se están dando su tiempo para calibrar un nombre más afortunado. La mavita se ha apoderado del despacho mayor en educación, Hugbel Roa cayó en la desgracia de la persecución y la descalificación moral, la degradación, que es como un fallecimiento moral y político. La tachadura incontestable, para siempre. Por su lado, Tibisay Lucena se despidió también para siempre de estos lares que poco o nada le deben sino ingratas recordaciones. Queda la elección solo en la Universidad Central de Venezuela como un gesto de apertura y acercamiento al sector, a la manera impositiva del régimen.

Da lo mismo. Pongan a quien pongan. No existe una política que propicie el desarrollo universitario, ni de nada. La desecación, el abandono, la destrucción, caracterizan al régimen del terror en su hacer para con el país. No se precisa ejemplificar; todo está a la vista, al tacto, al gusto, sobre todo al olfato. Cuando amagan para hacer ver que combaten la corrupción es apenas la búsqueda de un disimulo de la cancerígena actuación de dolo, de la aspiradora encendida con la finalidad de apropiarse de cuanto circunde con algún valor. ¿Les interesa el desarrollo institucional o personal con políticas? Por supuesto que no. ¿Son órdenes cubanas, cuando menos? Por supuesto que sí.

Así que pueden designar a cualquiera en el Ministerio de Educación Universitaria. O, mejor, no designar a nadie. ¿Hubo alguien últimamente? ¿Alguien se percató de la migración de académicos, de obreros, de estudiantes, de empleados, de trabajadores administrativos? ¿A alguien le importó? Este muerto tiene menos dolientes al parecer. ¿A alguien de verdad le importa la merma significativa en la investigación universitaria, en la investigación? Del régimen a nadie. Les interesa sí, el negocio. Los churupos que pueden sacar al pintarrajear espacios. Los que pueden apropiarse al acabar con sindicatos, gremios, cajas de ahorro e IPP. Mientras menos pensamiento crítico se produzca mejor para ellos. Mientras menos pensamiento no único se genere, mejor. Dirán, sobándose ambas manos.





La sombra de la muerte acosa a las universidades. A cualquier institución del país. Este exterminio no exceptúa a nadie, a nada. ¿No vemos a diario profesores o trabajadores que claman por ayuda para tratar de salvar sus vidas? Esta desaparición física tiene en su haber mucho de simbolismo, de proyección. A todo. Es un ministerio el muerto. ¿Algún ministro en verdad decide algo? ¿Algún ministro se les para y les deja la reunión con una carpeta de desacuerdo proyectado? No. Son ejecutantes de la nada. Nombres prestados para llenar vacantes. Bien pudieran poner en el despacho de todos solamente una gigantografía. La del otro difunto mayor les vendría bien, para marcar la más arrastrada pleistecía.

Cuando designaron a Lucena fui uno de quienes arriesgamos a señalar que la habían puesto allí para resolver las elecciones rectorales en las universidades. Esas que fui a solicitar la primer vez que acudí a las oficinas de la ONU en Venezuela. Esas que casi de inmediato la entonces Alto Comisionado mencionó en su discurso y que trabajaron los funcionarios diligentes y muy bien formados para estos rigores de enfrentar regímenes de tan pútrida estirpe. Las arrancó la señora. La pregunta es: ¿Basta el evento electoral para la resolución de la problemática tan honda y generalizada? Vayamos por las elecciones en todas, incluso en las tomadas por el régimen del terror como en la USB. Pero el asunto va mucho más allá. ¿No creen?