El presidente de Colombia entró a bailar joropo en la política venezolana. El joropo es un baile que comparten Venezuela y Colombia en los llanos, así como otros aspectos culturales. Esos llaneros prácticamente no tienen nacionalidad, pero tienen en común extensas áreas en la frontera de Colombia y de Venezuela y son muy similares sus costumbres y especialmente su música.
Petro se metió a bailar joropo en la política venezolana porque de una u otra forma es el hombre que alentó esta vez los nuevos diálogos de Nicolás Maduro con la oposición y ahora Maduro anda tratando zafarse de los compromisos: ¿cómo queda ahí el presidente colombiano Gustavo Petro, quien fue a Venezuela a darle un espaldarazo al cuestionado presidente de venezolano y ha hecho una serie de gestiones para tratar de sacar a flote a Venezuela? Este este es el primer zapateado que le espera al mandatario colombiano.
El joropo es un tema complicado de bailar porque rompe con todos los esquemas conocidos y un zapateao que solo lo saben hacer los joroperos de brincar, saltar y seguir a la pareja, pero Petro ya entro en el joropo político. Ahora el presidente colombiano de una u otra forma es el corresponsable de que Maduro cumpla su palabra y saque adelante sus compromisos.
Gustavo Petro le dio un espacio al régimen de Maduro como si este fuera la Organización de las Naciones Unidas y convirtió a Caracas en la sede de los diálogos de paz de Colombia, algo inaudito porque lo si no ha tenido Maduro es paz en Venezuela, paz con el mundo, ni siquiera con la oposición democrática venezolana.
Nicolás Maduro es el personaje menos indicado para actuar como especie de tercero, de árbitro en un proceso que atañe específicamente a los colombianos, craso error el de Petro.
Bueno, así es el baile del joropo: complicado, complicado y complicado que solo lo saben bailar los joroperos, y Petro hasta ahora que yo sepa, no es un hombre de tierras llaneras.
Y como dice la expresión venezolana “a ponerse las alpargatas que lo que viene es joropo”. O mejor dicho, Petro, ponte ya las alpargatas que te metiste en una fiesta a la llanera donde no estabas invitado.
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