El falso chamán que enterró hasta la cintura y mató a 42 mujeres para aumentar sus poderes mágicos

Suradji, de 57 años creía que cada crimen que cometía acrecentaba sus poderes como chamán

 

Ahmad Suradji, criador de ganado indonesio y autoproclamado hechicero, tenía 36 años en 1986 cuando su difunto padre se le apareció en un sueño y le ordenó aumentar sus poderes ocultos matando a 70 mujeres en rituales de magia negra. Según sus confesiones posteriores, Suradji-aka Nasib Kelawang o Datuk Mariniggi, como también lo llamaban, no perdió tiempo en seguir las órdenes del anciano.

Por infobae.com





Fue bastante fácil encontrar víctimas, ya que las mujeres locales a menudo visitaban su casa en las afueras de Medan, la capital del norte de Sumatra, para comprar amuletos de amor.

Suradji creía que cada crimen que cometía acrecentaba sus poderes como chamán. El hombre mató a 42 mujeres y niñas a lo largo de su frenética carrera como asesino serial hasta que fue condenado a muerte.

“Parecía resignado a su destino”, dijo Bonaventura Nainggolan, portavoz de la Fiscalía General de Indonesia. “Su último deseo era ver a sus esposas. Lo cumplimos”, explica el funcionario judicial.

Cómo lo descubrieron

Suradji fue arrestado en mayo de 1997 tras el descubrimiento de un cuerpo en un campo cercano a esta casa en Lubukpakan, un pueblo en la provincia de Sumatra del Norte. Más tarde se encontraron otros cuarenta y un cadáveres cerca del hogar que compartía con sus tres esposas y sus hijas.

El chamán le prometía a las mujeres, sus futuras víctimas, curas milagrosas a partir de sus poderes sobrenaturales. Pero una vez que entraban a su templo, no salían con vida.

Las chicas buscaban su ayuda para hacer que sus maridos o novios fueran fieles, encontrar pareja o enriquecerse, entre otras opciones que Suradji ofrecía como servicios para mejorarle la vida.

Suradji llevaba a sus víctimas a una plantación de caña de azúcar cerca de su casa y las enterraba en el terreno hasta la cintura, como parte de un ritual. Una vez inmovilizadas, las estrangulaba con un cable eléctrico y bebía su saliva, las despojaba de sus ropas y las volvía a enterrar con las cabezas apuntando hacia su casa con la intención de incrementar sus poderes mágicos. En otros casos las decapitaba y se llevaba los cráneos a su casa.

El hijo de una de las víctimas, de 8 años de edad, que también testificó ante el tribunal, dijo que acompañó a su madre en lo que iba a ser su último viaje. Pero él fue enviado a casa sin ella. Se cree que sus actividades macabras escaparon a la detección porque las mujeres estaban demasiado avergonzadas para decirles a sus amigos y familiares a dónde iban.

Este asesino cuando tuvo que declarar ante la policía apuntaba que tuvo un sueño en 1988 en la que el fantasma de su padre le ordenó asesinar a 70 mujeres y tragarse su saliva, con el fin de convertirse en un “dukan”, o curador místico.

La creencia en la hechicería y lo sobrenatural es común en Indonesia, especialmente en las zonas rurales pobres donde los niveles de educación son bajos.

Los informes de los medios locales dijeron que las autoridades se vieron obligadas a cancelar un plan para enterrar el cuerpo de Suradji en un cementerio público porque hasta 100 familiares de sus víctimas esperaban allí, planeando interrumpir el funeral y hacerse con el cuerpo del asesino serial para efectuar rituales de venganza.

Pena de muerta para el chamán

Suradji fue ejecutado el 10 de julio de 2008. Era conocido por Nasib Kelewang o también como Datuk Maringgi. Suradji admitió haber asesinado a 42 mujeres en un periodo de 11 años. Sin embargo, desde que se han exhumado los cuerpos, otras 80 familias han presentado informes de mujeres desaparecidas, lo que hace temer que tal vez haya muchas más víctimas por encontrar. Si todo lo demás fallaba y los clientes dispuestos se quedaban cortos, Suradji contrataría prostitutas y las asesinaría en su lugar.

El falso chamán fue arrestado en 1997. Había acumulado a sus víctimas en una plantación de azúcar cerca de su casa, aunque sus cabezas todavía estaban en su casa, ya que Suradji tenía la creencia que acumular cabezas le concedía poderes.

Como todo asesino serial fue dejando pistas y, quizás, en forma inconsciente esperaba que lo atrapen. Todo comenzó cuando una niña que había visitado Suradji no regresó y el padre informó de su desaparición.

La policía fue primero a la casa de Suradji. Y tras el primer interrogatorio encontraron el cuerpo de una de las víctimas en un campo cerca de su casa. Luego se ordenó un registro. Los agentes hallaron ropa y relojes pertenecientes a 25 mujeres desaparecidas. Entonces se ordenó el arresto del brujo. Inicialmente Ahmad confesó el asesinato de 16 mujeres en un período de cinco años. Sin embargo, después de otro interrogatorio, confesó haber matado a 42 mujeres y niñas.

El brujo era una persona muy considerada por sus vecinos, quienes creían que tenía poderes paranormales y frecuentemente lo buscaban para obtener consejos médicos y espirituales. Muchas mujeres lo contrataban para que lanzara hechizos que aseguraran la fidelidad de sus esposos y novios. Los vecinos dijeron que muchas mujeres buscaban la ayuda del brujo creyendo que las haría ricas, más saludables y sexualmente más atractivas para los hombres.

También fueron arrestadas sus tres mujeres, como cómplices de los asesinatos ya que le ayudaron a esconder los cuerpos. La mayor de las tres esposas, Tumini, fue enjuiciada como cómplice de los crímenes mientras que las otras dos fueron puestas en libertad. El juicio comenzó en 11 de diciembre de 1997, y aunque Suradji mantuvo su inocencia hasta el final, fue hallado culpable el 27 de abril de 1998 y sentenciado a él y a su mujer a morir fusilado. Ahmad solicitó clemencia al presidente Susilo Bambang Yudhoyono pero fue rechazada a finales del 2007.

El hechicero de Sumatra quedó con su plan inconcluso. Es que su padre en el sueño le había dado una orden precisa. A Suradji le incomodaba dejar su agenda incompleta. “La meta era tomar la saliva de 70 mujeres?, admitió el condenado. Ahmad Suradji fue fusilado en una plantación de Deli Serdang, en el norte de Indonesia.

La condena al hechicero

En el momento en que se escuchó la condena al falso chamán, hubo vítores en la sala del tribunal. Más de 100 personas se habían agolpado en la pequeña sala de Indonesia, mientras que otras tantas seguían el procedimiento afuera en una pantalla de televisión en las calles de Yakarta.

“Todos somos seres humanos, tenemos nuestras propias fortalezas y debilidades. Asesiné a 42 mujeres. No sospeché que me iban a atrapar. No traté de huir cuando vi a la policía, porque me había resignado a mi destino”, dijo Suradji antes del veredicto.

Suradji era un médico brujo para que los guiara en asuntos como el amor, el dinero y la salud. Sin embargo, cuando la policía arrestó al médico por el asesinato de varias mujeres locales, la gente comenzó a preguntarse sobre los verdaderos poderes del curandero.

Era muy venerado y considerado como “Datuk Maringgi” (hechicero) en su aldea. Los lugareños creían que podía mover nubes y curar a los enfermos, pero Suradji tenía un oscuro secreto. Fue, en realidad, uno de los asesinos en serie más prolíficos y horribles de todos los tiempos.

La historia, aunque extraña, es bastante simple. Suradji nació de un autoproclamado “hechicero” en el interior de Indonesia. No es de extrañar que un niño javanés que crece en un entorno así esté fascinado por el arte de la magia negra. Observó todos los días mientras su padre, cuyo nombre se desconoce, se ganaba elogios y respeto por resolver los problemas que afectaban a su comunidad.

Sin embargo, esto también significó que Suradji, cuyo verdadero nombre es Nasib Kelewang, a menudo fuera descuidado por sus padres. Aparentemente era “diferente” cuando era niño y tenía problemas para hacer amigos. Pasaba mucho tiempo solo y en su caso no fue lo mejor. Solo y descuidado, a Suradji no le fue bien en la escuela. Tenía solo 19 años cuando fue a prisión por primera vez y cumplió 10 años por delitos menores y violencia pública.

Después de que se completara la ceremonia del sacrificio, Suradji los volvía a enterrar más cerca de su casa. Todas las víctimas fueron enterradas en un patrón específico frente a la casa del hechicero.

El falso chamán se movió con comodidad por más de una década en su aldea. Engañó mujeres con promesas de salvación, pero las asesinaba de manera atroz mientras estaban indefensas y enterradas hasta la cintura. Hasta que la desaparición de una nena que estaba a punto de ser asesinada y fue salvada por su padre destapó los crímenes de Suradji, cuyo único objetivo era cumplir con las órdenes que le había dado su padre en un sueño.