Gerardo Lucas: La Canonización de Pérez

Gerardo Lucas: La Canonización de Pérez

El 27 de octubre se cumple el Centenario del nacimiento de Carlos Andrés Pérez. En esta oportunidad un grupo de los principales colaboradores, de su segundo gobierno, han preparado una serie de actos para la conmemoración del aniversario, destacando sus aciertos y su vocación democrática.

Esta iniciativa, tiene relevancia hoy, porque el tiempo ha permitido contrastar los resultados de los gobiernos democráticos, con todas sus deficiencias, con los desiertos de los gobiernos del Socialismo del Siglo XXI, con su fundamento en el delito. En el aspecto económico, destacan en los gobiernos de Chávez y Maduro, la defenestración de la tecnocracia petrolera y la destrucción de la principal industria; las políticas anti empresariales del control obrero y de la “expropiación”, que condujeron a la destrucción del aparato productivo nacional. Todo esto, unido a la cesación de la libertad de prensa, a la represión y a la pérdida de los derechos ciudadanos, que terminaron, en su conjunto, provocando la salida al exterior de más de siete millones de venezolanos y una vida, sumidos en la miseria, de los que se quedaron.

Se entiende, perfectamente, que la conmemoración es una acto loable de solidaridad humana, por parte de un grupo de personas a quienes les dio una oportunidad de contribuir a la reforma del país. Buena parte de las declaraciones públicas de los promotores del homenaje, sobre el personaje, como es de esperar, destacan sus aciertos, pero necesariamente obvian la otra cara de la moneda, que consiste en sus importantes desaciertos. Frente a los que destacan lo positivo, la obligación del historiador, desde el punto de vista de la perspectiva histórica, es necesario presentar al personaje como la sumatoria de sus aportes y desaciertos si queremos tener una visión justa de la huella de su gestión para el país.





Pérez se ha ganado su lugar como defensor de la democracia y como hombre de probada valentía. También destaca sus condiciones de líder y el temple de luchador. Igualmente, fue un hombre de carisma, de capacidad comunicadora, con la condición de escuchar a sus colaboradores, y de rodearse con gente competente y profesional para ayudarlo en el proyecto. Unido a todo  esto es innegable la obra realizada, especialmente, durante su primer gobierno: el importante crecimiento de la matrícula escolar; el programa de alfabetización ACUDE; la creación de un sin número de institutos de educación superior;  la nueva sede de la Biblioteca Nacional; la creación de la  Orquesta Sinfónica Simón Bolívar; la expansión del número de camas en los hospitales; la Ley de política habitacional; la ampliación de la represa del Guri; la expansión de la capacidad eléctrica del país; las obras del Metro de Caracas; la inversión en industrias básicas y nuevos aeropuertos y el acierto de programas como el Plan Mariscal de Ayacucho que permitió a muchos venezolanos valiosos a seguir su educación en las mejores universidades del exterior. En su segundo y corto gobierno destaca el plan de privatización de las empresas del estado, que se convirtieron en una carga insostenible para el Estado, y su movimiento hacia la apertura económica, apoyada por el sector privado, lamentablemente, mal y apresuradamente implementada.

Todo esto es verdad. Pero lo que es importante, como hemos dicho, es el saldo neto de su contribución a Venezuela.

Carlos Andrés, a pesar de sus aciertos, cometió un conjunto de desaciertos, particularmente en materia económica, que tuvieron un muy alto costo para el país. En su primer gobierno destacan, el Mega Presupuesto de 1974, cuando se triplicaron los ingresos petroleros, que inyectó a la economía recursos que no podía absorber y llevaron inexorablemente a la inflación de dos dígitos, que no ha sido posible controlar hasta el día de hoy. Esta inflación llevó, entre otras cosas, a la desaparición del crédito a largo plazo con sus inevitables consecuencias. No solo, su gobierno, gastó este dinero, sino que terminó su mandato acumulando tal deuda que condujo, posteriormente, a la devaluación de la moneda durante el período de Luis Herrera a quien “dejaron el país hipotecado”. En la vorágine de inversiones imperó la corrupción y el despilfarro de los recursos públicos, que terminaron signando a su gobierno con el estigma de la corrupción. Las decisiones de política económica de su gobierno se ejecutaron casi todas en el primer año de gestión y tienen todas la signa de la CTV (Confederación de Trabajadores de Venezuela), que lo apoyó para llegar al poder. Promulgaron los nefastos controles de precios, imbricados a la señalización malévola de señalar los comerciales e industriales de especuladores, para ellos escurrir el bulto. La terrible Ley de Despidos injustificados, que enfrentó, innecesariamente, a empresarios y trabajadores. La creación de los Directores Laborales cuya presencia en las directivas de las empresas del estado las dejó indefensas ante las demandas obreras y contribuyó grandemente a su quiebra.

Durante El Gran Viraje, que tuvo corta duración, entregó la conducción económica y financiera del país al inefable Petro Tinoco, que financió su campaña con dinero de los depositantes del Banco Latino. Llegó al colmo del conflicto de intereses al nombrar Presidente del Banco Central de Venezuela, al presidente del principal banco deudor del BCV, evento que la comunidad política llamó de “zamuro cuidando carne”.  Las políticas monetarias, que implementó, como el lanzamiento del “bono cero cupón” que inyectaba recursos a la banca pagando altos intereses para un instrumento carente de riesgo terminó reduciendo el crédito bancario y el financiamiento a las actividades productivas, en el caso de la industria en un 50% y creando un mercado financiero, que se semejaba más un casino. Llevó a las tasas de interés a un 80 y más por ciento, que condujo, posteriormente, a la debacle del sector bancario en 1994, liderizado, curiosamente por la quiebra del Banco Latino. En palabras del destacado economista Miguel Ignacio Purroy: “Resulta irritante ver como el sistema financiero se ha convertido en el único beneficiario de la política monetaria”. La política de liberación de la economía, que tenía apoyo del sector privado se hizo en una forma desacertada, sin medir sus consecuencias y condujo entonces y posteriormente con la ayuda de Chávez, a la desaparición del sector industrial.

Tenemos que decir que a los tres años de su segundo gobierno Pérez había perdido todas sus bases de apoyo y cae su gobierno por la acción proactiva de AD con Alfaro Ucero en llave con Caldera, contando con el apoyo de todos los sectores de la sociedad, incluyendo a los partidos políticos, los Notables y la Iglesia, mediante un acto jurídico ilegal, en el juicio sobre la partida secreta, que trajo graves consecuencias a la continuidad democrática y a la seguridad jurídica de la Nación. 

Como ven ustedes tratar este tema, tan complejo, en tan corto espacio es misión imposible. Lo que aquí digo lo sustento en dos libros publicados por la editorial de la UCAB, Carlos Andrés Pérez-La Gran Venezuela y Carlos Andrés Pérez-El Gran Viraje, que, por supuesto recomiendo leer a los interesados.