Mal escrita y bien sumisa, por @ArmandoMartini

Mal escrita y bien sumisa, por @ArmandoMartini

Armando Martini Pietri @ArmandoMartini

A dado incontables vueltas y abundante circulación una epístola en la cual ciudadanos de diversos sectores, algo pretenciosos se auto-acreditan como representantes del sector privado y la sociedad civil, atribuyéndose cualidades que nadie otorgó, creen -o afirman creer- nada de la tragedia venezolana es resultado de la incompetencia, errores, corrupción del régimen y sus cleptómanos; sino del desamor e implacable incomprensión del gobierno estadounidense. Misteriosa pendejada.  

Las sanciones, convertidas en pretexto castro-madurista y su chavismo original, cometieron todas las equivocaciones posibles en economía, política y manejo social, e insiste en la mentira de hacer creer a los venezolanos, dirigentes estadounidenses y al mundo, que la culpa del desastre no es de quienes lo aplicaron, pusieron en marcha y profundizaron, sino de Estados Unidos, y otros desdichados países sancionadores.

Sin bobadas tratándolos de ilusos o, aún peor, cómplices de la monumental equivocación que ha sido la Venezuela sometida por años a la ignorancia, inopia y podredumbre que fundó Chávez apoyado por quienes creían gobernarían con él y continuado con sus acompañantes en el desbarajuste de una administración grosera y sin espíritu de país. Tan ignaros que confundieron construcción con destrucción.





El magín de la mal escrita y bien sumisa carta, es el ruego para que, se autorice a las petroleras ayudar salir de la ruinosa situación, o como dice el refranero popular: sacarle las patas del barro financiero al régimen castro-comunista. Y cuando se examina en profundidad, más se desconfía la intención de sus autores, no necesariamente de los firmantes, por lo que, ni siquiera vale la pena comentar. Lo que pueden pensar los países, es que en Venezuela no hay democracia ni dictadura sino entreguismo y ganas de ponerle manos al negocio petrolero; lo que va quedando después de la revolución bolivariana y sus adulantes cuando decidieron manejarlo, logrando con su torpeza supina y codiciosa, regresarlo a niveles de producción de antaño. Lo peor, llaman a quienes fueron expoliados, echados con insultos, maltrato y burla pública.

Esquela que desaíra, ultraja, humilla la tragedia nacional, desechando toda aspiración de dignidad patriótica y empeño justo en restituir la democracia verdadera. Inmerecido de respuesta -excepto, quizás, para aclararle dudas a la Casa Blanca- porque la única forma de plantar cara a la sumisión y desconcierto, es ignorándolos, mirando para otro lado en busca de aires no contaminados.

¿Qué se puede decir? ¿Estar de acuerdo con sanciones? Eso sería como darle cachetadas cariñosas al boxeador derrumbado sobre la lona. Las sanciones no son un motor, son consecuencias, y para quitarlas hay que corregir las causas. El mensaje de estos venezolanos implica remover la publicación de se busca por recompensa, debido a sus buenas intenciones nunca demostradas; abandonando los esfuerzos y sacrificios de millones, no merece ni siquiera la sanción del desprecio.

Como máximo, descubrirlos, desenmascararlos como excepción que confirma la regla. Venezuela está en la mayoría que sigue luchando, cada cual en sus posibilidades, en procura del rescate de la dignidad, derechos, compromisos de ciudadanos honestos y trabajo que es, la mayoría, y, no los que comparten la necedad, podredura de la tiranía incompetente y armada.

Al parecer, estamos frente a una rendición, lo peor, incondicional. Circunstancia que aprovechará el régimen para seguir obteniendo recursos y financiar su sandio proyecto revolucionario. En idioma sencillo, ruegan -sin nada a cambio- suspendan las sanciones, algo tan enmarañado y complejo, que procuran despachar con un simple testimonio. Demostración estulta de la realidad. No se necesita inocencia para resolver la tragedia. Sin embargo, existen especialistas en lavar rostros. Por eso, la mediocre evidencia de la chapucera misiva, que ha suscitado interpretaciones, apoyos y rechazos. Fundamentan desesperados levantar el castigo porque no logró su cometido ¿Cuál? y porque perjudican al ciudadano de a pie. No obstante, sin alcanzar explicar cómo beneficia el revocarla. 

Es nomotético percibir por refrescar perfiles. 

@ArmandoMartini