Emilio Campmany: China, Rusia y la guerra de Ucrania

Emilio Campmany: China, Rusia y la guerra de Ucrania

La entrevista de Putin con Xi Jinping antes de la invasión de Ucrania recuerda al viaje de Von Ribbentrop a Moscú antes de que Hitler invadiera Polonia. Alemania se aseguró de que la Unión Soviética no se opondría a su invasión como Putin se garantizó que Xi no pondría obstáculos a la suya. A Stalin en 1939 se le rieron los huesos al ver a las potencias capitalistas enzarzarse en una guerra y a Xi se le puede hacer la boca agua al ver cómo, después de haberse comprometido a centrarse en el Pacífico, Estados Unidos se ancla en Europa.

Pero Xi tiene poco que ganar con la invasión de Ucrania, más allá de la humillación que Occidente sufriría si Putin lo plancha. La estrategia china a largo plazo consiste en aprovechar la globalización para enriquecerse como país exportador. Con ese dinero, Pekín espera comprar por medio de la Nueva Ruta de la Seda la voluntad de otros países, que respaldarán sus puntos de vista en los foros internacionales, a la vez que aspira a crear un ejército que pueda en el futuro rivalizar con el de Estados Unidos. La guerra de Ucrania daña la globalización y provocará que los ingresos chinos disminuyan. Encima está dando lugar a que Occidente se rearme, lo que pospondrá el momento en que el Ejército chino pueda atreverse a intentar recuperar Taiwán.

Visto así, a Pekín le convendría hacer que Putin pusiera fin a su invasión de Ucrania. Pero no lo hará porque por encima de todo no quiere ponerse del lado de Occidente ni facilitarle una victoria. En consecuencia, ha decidido prepararse para el nuevo orden empezando por crear un sistema de pagos internacional alternativo al occidental con el que burlar las sanciones y trabajar para que el país sea económicamente lo más independiente posible. También espera aprovecharse de la debilidad rusa y comprar a buen precio el gas y el petróleo que Putin no pueda vender en Occidente.





Las cosas no saldrán como Xi espera. Para empezar, un sistema financiero al margen del occidental no servirá de mucho si Occidente no está integrado en él. Adaptar su economía a la autarquía puede permitirle sobrevivir, pero no generará ingresos suficientes con los que financiar la Nueva Ruta de la Seda y el crecimiento de su Ejército. Y esto no será lo peor. Los números dicen que, en su asociación con Rusia, Pekín es el socio sénior y Moscú el júnior, y por eso Xi cree que el gas y el petróleo rusos han de estar a su servicio. Sin embargo, no es fácil que Putin tolere esta situación. No va con el carácter ruso ser el socio júnior de ninguna asociación, por mucho que los números lo digan. Es cierto que el producto interior bruto de Rusia, comparado con el de China, no es muy impresionante, pero Rusia posee un arsenal nuclear muy superior al chino. Por otro lado, tampoco Xi parece muy dispuesto, como ya se está demostrando, a ponerse al servicio de los intereses rusos, ya que una cosa es desear la derrota de Occidente y otra muy distinta querer la victoria de Putin.

En consecuencia, China y Rusia chocarán. Probablemente tarde para que se salve Ucrania y por supuesto de una manera muy distinta a como lo hicieron Hitler y Stalin, pero chocarán.