El techo de producción petrolera en Venezuela está lejos de la meta de Maduro, según expertos

Un pescador pasando frente a una estructura petrolera descompuesta en el Lago de Maracaibo, Venezuela. EFE/ Henry Chirinos

 

La producción petrolera venezolana estará este año muy lejos de la meta de dos millones de barriles por día prometida por Nicolás Maduro e Irán ya no podrá hacer mucho para ayudar al país suramericano a aumentar la cuota de su industria, estiman expertos en energía.

Por Gustavo Ocando Alex / vozdeamerica.com





Venezuela, una potencia petrolera que producía 3,2 millones de barriles de crudo al día en 1999, reportó 871.000 barriles por jornada en diciembre. El gobierno de Maduro lo informó así a la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), un ente multinacional que ayudó a fundar hace seis décadas.

Fuentes secundarias de la OPEP cifraron el nivel de producción de ese último mes de 2021 en 681.000 barriles por día. Maduro, al presentar su balance anual de gestión, prometió elevarlo hasta los dos millones de barriles diarios.

El gobierno ha hecho “esfuerzos” para levantar su alicaída industria petrolera, como un mantenimiento “mínimo” a algunos pozos e incluso su infraestructura, detalla a la Voz de América el economista con estudios en la Universidad de Oxford y especialista en macroeconomía y petróleo, Orlando Ochoa.

El país suramericano anunció el 24 de diciembre pasado que logró producir un millón de barriles de crudo. Expertos consideran que esa cifra se pudo haber alcanzado un solo día, sin afectar el promedio mensual de producción.

Ochoa explica que el “ejercicio de mantenimiento” funcionó para reactivar algunos pozos de los yacimientos en regiones del occidente y oriente del país.

La recepción de cuatro cargamentos de diluyente de Irán entre septiembre y diciembre de 2021 también colaboró con la producción en la Faja del Orinoco, una zona oriental, rica en crudo pesado y extrapesado, precisa el especialista.

El techo de producción de Venezuela de cara a 2022 será de “algo más de 700.000 barriles” por día, con leve margen de “mejoras”, augura.

El condensado iraní está subiendo de precio en el mercado y puede dejar de estar disponible para Venezuela, con recursos limitados, apunta.

El Merey, un tipo de crudo extrapesado mezclado con liviano, el producto petrolero más exportado por Venezuela, tiene además “problemas de calidad, pues tiene mucha agua y sedimentos”, y se vende con “fuertes descuentos”, menciona Ochoa entre los múltiples retos del gobierno de Maduro, este año.

“No podemos hablar de un proceso lineal, transparente de recuperación. Tenemos un límite de 700.000 barriles. La meta de pasar la producción de un millón de barriles es inalcanzable y mucho menos pasar a dos millones”, dice.

Irán “no da para tanto”

Petróleos de Venezuela anunció en septiembre pasado que comenzaría operaciones de trueque o swaps con la estatal petrolera de Irán para entregarle crudo pesado a cambio de condensado, que es una mezcla de hidrocarburos líquidos de baja densidad que facilita sus operaciones en la Faja.

Irán, asimismo, ha ayudado a Venezuela a comercializar sus productos en el mercado global a pesar de estar sancionada por Estados Unidos, mediante el uso de “trucos” como barcos fantasmas o trasvases en alta mar, de acuerdo con reportes de prensa y según indicó a la VOA el economista Francisco Monaldi.

Esa colaboración tiene límites y no es suficiente para que Venezuela leve sustancialmente su producción este año, opina José Toro Hardy, experto petrolero y exdirectivo de la empresa estatal del país suramericano.

“Creo que la asistencia de Irán no da para tanto. La economía venezolana ha ido en picada durante años, no hay seguridad jurídica. La inversión es muy importante. Hay solo un rebote (positivo) de la caída del PIB”, que se ha desplomado de manera constante desde 2013, expresa a la Voz de América.

Toro Hardy es escéptico con respecto a un aumento tan drástico de la producción petrolera de su país como el que necesita para llegar a un millón de barriles diarios, ni decir de la meta de dos millones por jornada.

“Moderadamente, sí va a aumentar, pero no de manera importante”, dice, recordando que Venezuela, en sus mejores momentos, a finales del siglo pasado y principios del actual, subía de 190.000 a 200.000 barriles al día por año.

Dice no notar “mayor interés” de aliados del gobierno de Maduro, como Rusia y China, en invertir cantidades importantes de recursos económicos en Venezuela. Opina que un aumento considerable de la producción solo será posible con “un cambio político” y la garantía de seguridad jurídica.

Toro Hardy también advierte que la inclusión de Venezuela como aliado de Rusia en el conflicto en la frontera este de Ucrania, donde reinan las tensiones entre las fuerzas militares del presidente Vladimir Putin, Estados Unidos y la OTAN, es perjudicial para el mercado petrolero del país suramericano.

“Venezuela siempre fue un proveedor confiable porque se mantenía al margen de los conflictos, neutral, pero ahora no es el caso. Se cuadró con Rusia”, dice.

Manejos “opacos”

El economista Ochoa, por su parte, reconoce que la producción de Venezuela “puede mejorar” sobriamente si PDVSA sigue utilizando parte de sus ingresos para labores de mantenimiento de su infraestructura y yacimientos.

Saberlo quizás sea una tarea imposible dada la vigencia de la llamada Ley Antibloqueo, que aprobó el chavismo en 2020 para mantener las operaciones petroleras en confidencialidad para evitar sanciones extranjeras, advierte.

“Eso está totalmente opaco por las sanciones y por la Ley Antibloqueo. Los recursos son limitados (para subir producción). Eso requeriría un saneamiento de la economía, aumentar la producción de electricidad, tener un sector privado funcional, tener a contratistas tradicionales experimentados”, apunta.

Otras medidas macroeconómicas necesarias en Venezuela para elevar la producción petrolera son el saneamiento de deudas, la reestructuración de la deuda pública y la estabilización de las finanzas nacionales, expone.

Ochoa resalta, asimismo, que los yacimientos venezolanos son “maduros”, de más de cinco décadas. Estando en “declive” por sus años en operaciones, requieren una inversión “mayor” del Estado en el futuro inmediato.

“Tenemos también una obsolescencia de infraestructura. En la Faja del Orinoco, se han detenido las inversiones y tenemos continuas fallas de seguridad, tanto de accidentes de seguridad industrial, como de robos. Son dificultades que no se pueden sobreponer de manera fácil”, concluye el economista petrolero.