Un infierno de 78 minutos a manos de un “monstruo”: Así describen el brutal asesinato de una profesora en España

Un infierno de 78 minutos a manos de un “monstruo”: Así describen el brutal asesinato de una profesora en España

Un grupo de jóvenes se concentra, días después del crimen, en un instituto de Zalamea (Huelva) para condenar el asesinato de Laura Luelmo.JULIÁN PÉREZEFE

 

 

 

 

A Bernardo Montoya le conocen bien en la Guardia Civil de Huelva, en España. Antes de que acaparase titulares y minutos de telediario por el asesinato de la joven profesora Laura Luelmo, se cruzó en el camino del brigada Emilio Díaz, policía judicial cuando cometió su primer crimen, degollando a una anciana de 82 años que le había denunciado tras sorprenderle robando en su casa, en Cortegana. Así lo reseñó El Mundo.

Díaz le tuvo cerca, muy cerca. Tanto, que estuvo esposado a él durante el entierro de su madre, al que le permitieron asistir cuando estaba en prisión por el asesinato de Cecilia, su primera víctima. Fue a finales de los 90 del siglo pasado y, dos décadas después, cuando ya se había cobrado la vida de Laura, le definió con una sola palabra: «monstruo». O, más exactamente, «monstruos», porque se refería por igual a Bernardo Montoya y a su gemelo, Luciano, también un asesino frío y extremadamente violento.

El «monstruo» de Bernardo reaparece esta semana, como si fuera una pesadilla, para sentarse en el banquillo de los acusados de la Audiencia Provincial de Huelva, donde será juzgado por el asesinato y violación de la joven profesora zamorana que tuvo la inmensa desgracia de tener al «monstruo» de vecino, en la casa de enfrente, cuando se mudó a El Campillo a principios de diciembre de 2018 para trabajar en un instituto de la cercana localidad de Nerva.

A Montoya, Bernardo, la Fiscalía de Huelva le pide prisión permanente revisable por un delito de asesinato y, además, 20 años de cárcel por secuestro y otros doce años por la agresión sexual.

Dicho así, con términos legales y casi asépticos, apenas se tiene una idea del auténtico infierno que sufrió Laura aquel 12 de diciembre entre las 17.25 y las 18.42 horas. Exactamente 78 minutos, una hora y 18 minutos de infierno.

Ese es el tiempo que transcurrió, según el escrito de conclusiones provisionales del Ministerio Público, desde que Laura se encontró en la calle con su sanguinario vecino -del que ya le había hablado, preocupada, a su novio- hasta que Bernardo metió su cuerpo en el maletero de su coche para deshacerse de él y borrar las huellas del crimen que acababa de cometer. Condujo hasta un paraje cercano, Las Mimbreras, y allí arrojó a Laura, semidesnuda.

Según el relato que hace la fiscal Jessica Sotelo, entre las 17.25 y las 17.30 horas de aquel 12 de diciembre de 2018 Bernardo Montoya abordó a Laura Luelmo cuando la joven profesora, de solo 26 años, regresaba a su casa de hacer la compra en un supermercado. Sucedió en la puerta de la casa que había alquilado, en la calle Córdoba de El Campillo, y en la que llevaba viviendo apenas unos días, desde el día 9 de ese mismo mes.

Bernardo sorprendió a su víctima y, aunque ésta gritó pidiendo auxilio, logró meterla a la fuerza en su propia casa, situada justo enfrente. Allí la emprendió a golpes con la joven, a la que propinó puñetazos a diestro y siniestro en todo el cuerpo y, con algo parecido a un palo, la apaleó en la cabeza.

Quedó entonces malherida la joven «y muy debilitada», algo que aprovechó supuestamente Bernardo Montoya para maniatar a su víctima con un cordón y taparle la boca con un trozo de cinta adhesiva, lo que la privó de toda posibilidad de defensa.

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