Por qué los cuadernos de Marie Curie se encuentran guardados en un sótano bajo varias capas de plomo

Por qué los cuadernos de Marie Curie se encuentran guardados en un sótano bajo varias capas de plomo

Marie Curie fue la primera mujer en ganar el Premio Nobel y la única en ganarlo en dos ocasiones.

 

En los sótanos de la Biblioteca Nacional de Francia, guardados en cajas especiales con varias capas de plomo, se encuentran unos de los documentos más importantes de la Historia de la Ciencia.

Por BBC





Para poder consultarlos, los investigadores solo pueden hacerlo usando unos trajes de protección casi de cosmonautas y deben firmar un consentimiento en el que se exima a la institución de cualquier responsabilidad.

Son probablemente los documentos mejor custodiados en una biblioteca que alberga algunos de los libros más raros y antiguos del mundo.

Pero el recelo con el que se guardan estos cuadernos va más allá de su valor para la ciencia y el conocimiento.

Y es que son altamente radioactivos.

Se trata de las libretas de notas de Marie Curie, la única mujer que ha ganado dos veces el Premio Nobel y quien, junto a su esposo Pierre, descubriera no solo nuevos elementos químicos, sino también los principios de la física atómica y la radioactividad.

Como todos los objetos que estuvieron cerca de la pareja, los cuadernos pueden ser altamente nocivos para el ser humano.

Y es que si bien los Curie descubrieron el radio y el polonio (llamado así en honor a Polonia, el país donde nació Marie el 7 de noviembre de 1867), los científicos nunca imaginaron los efectos negativos que podría tener la radioactividad sobre el ser humano.

De hecho, Marie Curie murió en 1934 por una anemia aplásica, probablemente resultado de su frecuente exposición al radio y al polonio, cuyas muestras llevaba a menudo en el bolsillo.

Así, todo lo relacionado con ella y que aún se conserva, debe guardarse con precauciones extra y en cajas de plomo… incluido el propio cadáver de la científica, el primero de una mujer en ser sepultado, por sus propios méritos, en el Panteón de París, la célebre tumba de las glorias de Francia.

Cuando se trasladó hacia allí, se necesitó construir un sarcófago de plomo con casi una pulgada de grosor para evitar que escaparan al ambiente los átomos radioactivos que todavía emanan del cadáver de la “madre de la física moderna”.

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