Teletrabajo: El reto que asumen los venezolanos en un país desconectado y apagado

Teletrabajo: El reto que asumen los venezolanos en un país desconectado y apagado

Venezolanos hacen milagros para cumplir con el teletrabajo pese a las fallas en servicios básicos. [Foto: Fabiana Rondón, VOA]

Son las 6:30 a.m. y ya todo está casi listo. Desayuno preparado, indicaciones al niño de ocho años para que se conecte a su clase online de segundo grado y ella comienza a disfrazarse, mientras va repasando apuntes mentales del contenido que impartirá en minutos a sus alumnos de una de las secciones de arte del colegio en el que es docente, un rol que ahora asume en el teletrabajo.

Por Dayrí Blanco / El Carabobeño 

Media hora después ya está frente a la cámara web de la computadora que tuvo que comprar para enfrentar el teletrabajo que es parte de su vida desde hace más de una año. Se conecta a su sala de Zoom y empiezan a entrar los estudiantes. Saludan y cuando ya ella está en acción, con sus explicaciones combinadas con su interpretación artística, todo se congela. Su imagen no se mueve y no escucha a sus alumnos.





Respira profundo. Ya eso le ha pasado varias veces y lo ha resuelto. Voltea a un lado y se da cuenta que una luz roja destaca en el aparato que le da la conexión a internet. Agarra su celular y avisa a los estudiantes que tuvo una falla pero que en unos minutos se reconecta.

Activa los datos móviles pero no funciona. La plataforma de la video conferencia no responde. Ahora revisa su disponibilidad de megas y se percata que está en cero. Ya a esa hora, su hijo también intenta conectarse a su clase y no lo logra. Vuelve a respirar profundo, se recarga tres millones 500 mil bolívares a su línea telefónica y así retomó la conexión de esta jornada del teletrabajo.

Tuvo que cambiar la programación que tenía porque en cualquier momento se le consumía ese dinero que acababa de transferirse, así que se sentó y solo explicó lo básico y envió asignaciones a sus alumnos.

Pero no todo terminó ahí. Después debía conectarse con otra sección y pasó lo que temía: una interrupción en el servicio eléctrico. “Cuando nos quedamos sin internet es porque hay un apagón en zonas cercanas que después nos afecta a nosotros. Hay días que son una locura, ni que hagas lo que hagas puedes hacer teletrabajo, todo se une y la jornada se complica”, explicó la docente

Para ella, todo se resume en que los maestros deben hacer “maromas y magia” para llegar a la casa de los estudiantes.

Invertir para sobrevivir al teletrabajo

Al principio de la cuarentena todo fue más difícil. Ver a sus alumnos a través de una pantalla era algo nuevo para ella. Tuvo que cambiar, no solo su dinámica, sino la metodología para incursionar en el teletrabajo.

“Es un reto seguir innovando, hacer que los niños tengan interés en la materia, atravesar esa pantalla, llegarles y que ellos sientan que están aprendiendo, disfrutando, que están teniendo experiencias enriquecedoras e innovadoras y cumpliendo un protocolo estudiantil”.

Es por eso que ella se disfraza para algunas clases y aplica estrategias que sabe que en la modalidad presencial no funcionarían pero que son necesarias para lograr la interacción social, pese al distanciamiento físico.

Cuando el teletrabajo llegó a su vida, y a la de la mayoría de los venezolanos, ella no contaba con todas las herramientas. Poco a poco se adaptó. Compró una computadora para conectarse mejor y derribar inconvenientes del inicio de la pandemia. También invirtió en un trípode, audífonos, cámara y pen drive.

En todo este tiempo ha sacado cuentas. “Por las fallas de internet debo usar constantemente la conexión de mi celular, y en eso gasto en promedio un dólar diario. Es un gasto inmenso que hacemos los docentes para no dejar de impartir clases. Pero hay quienes no pueden, y hay alumnos que no tienen acceso a internet y por eso vemos que la deserción estudiantil ha aumentado tanto”.

El periodista venezolano especializado en tecnología y telecomunicaciones, Fran Monroy, explicó que la red móvil no está hecha para ser la principal conexión en ningún hogar del país, y suele ser mucho más cara que la fija, por lo que no es rentable para le teletrabajo.

Los problemas de conectividad son indescriptibles para Oriana. “Dependemos de servicios deficientes y el gobierno tiene que darse cuenta de esa necesidad de invertir en recursos para que los colegios, tanto públicos como privados, tengan acceso a plataformas óptimas y llegar a toda la población”.

Teletrabajo en el periodismo

Los periodistas del país ya habían enfrentado, antes de la pandemia, las fallas en la conexión a internet. Pero el teletrabajo lo hizo aún más complicado. La cuarentena hizo de cada casa una pequeña y particular sala de redacción, edición, pre y post producción, y no todos estaban preparados para eso.

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