Una desertora y activista norcoreana explicó cuáles son los tres objetivos fundamentales de Kim Jong Un

Una desertora y activista norcoreana explicó cuáles son los tres objetivos fundamentales de Kim Jong Un

El líder norcoreano, Kim Jong Un, asiste a una reunión ampliada del Buró Político del 7 ° Comité Central del Partido de los Trabajadores de Corea (WPK), en Pyongyang, Corea del Norte, en esta imagen publicada el 25 de agosto de 2020 por Korean Central News de Corea del Norte. Agencia (KCNA) KCNA vía REUTERS

 

Yeonmi Park es una de cientos de desertores norcoreanos que han logrado escapar del brutal dictador Kim Jong-un y llegar a suelo norteamericano en el año 2014, luego de una larga travesía plagada de horrores. Desde entonces se ha convertido en una activista de los derechos humanos, que desde las redes sociales relata la realidad de una de las dictaduras más brutales del mundo.

Así lo reseña Infobae

Esta semana, la joven activista norcoreana publicó en su Instagram un video donde explicó cuáles son los tres objetivos fundamentales que Kim Jong-un busca obtener tanto del presidente de Estados Unidos como de la comunidad internacional.

1. Tiempo

Kim Jong-un necesita más tiempo para desarrollar armas nucleares y biológicas más sofisticadas. El armamento de Corea del Norte no es comparable ni al de los Estados Unidos, ni China o Rusia. Es precisamente por esta razón que el líder supremo gasta casi todo su PBI en armas nucleares en lugar de destinar buena parte de ese dinero a construir hospitales o dar comida a la gente lo cual sería mucho más beneficioso para su población. El dictador en cambio utiliza todo ese dinero para construir nuevos y mejores misiles y armas nucleares. Para poder seguir armándose necesita tiempo y lo sabe.

Kim cuenta con una ventaja: los presidentes de los países democráticos van a elecciones según lo establezcan sus Constituciones y sus mandatos tienen límites. En Estados Unidos, en cuatro máximo ocho años como el presidente cambiará, por lo que Kim sabe que si le dice las cosas correctas al presidente actual, prometiendo que eventualmente dejará de construir armas nucleares, aunque jamás lo cumplirá, logrará ganar tiempo para seguir con su plan de armamentos. Según Park, el presidente de los Estados Unidos sería un “estúpido” si creyera en las palabras del dictador.

2. Levantamiento de sanciones por la ONU

Este es el segundo anhelo de Corea del Norte. Según Park, las sanciones afectan el consumo de artículos de lujo de Corea del Norte consumidos por el líder supremo y su círculo íntimo. Señala que cuando Kim Jong-un llegó al poder, cada año gastó alrededor de 800 millones de dólares en artículos de lujo como bebidas, carteras y todo tipo de cosas que consume y regala a sus muchas novias, funcionarios y militares de altos rangos. También gasta fortunas al año para en entretenimientos mientras el 60% de su población muere de hambre.

3. Normalizar las relaciones con el resto de países

Este es el tercer objetivo deseado por Kim. En este momento, Corea del Norte limita su comercio a unos pocos países, por lo que quiere normalizar y ampliar sus posibilidades. En este momento China es su principal socio comercial del cual tiene una dependencia absoluta.

Park es contundente: Kim Jong no está loco y es mucho más lógico que la mayoría de los políticos, afirma. Hace y deshace sin oposición alguna. Los suministros que el mundo envía como ayuda humanitaria simplemente no llegan a la gente. Park considera las sanciones como absolutamente necesarias para derribar al régimen. Dice que eso es lo que estaba por suceder en los años 90, cuando la gente comenzó a comerciar en el mercado negro y la población se vio empoderada. Tanto mujeres como hombres pudieron sobrevivir y participar en el mercado.

China y Rusia han normalizado la relación con Corea del Norte. Pero asegura que el resto del mundo no puede porque implicaría convalidar a Corea del Norte y su régimen con sus campos de concentración y falta absoluta de libertad y atropellos contra su población. Kim mantiene a su gente oprimida. Todos deben obedecer sus reglas sin cuestionarlas. Están obligados a hacer 10 años de servicio militar convenciéndolos de que EEUU los quiere invadir. La estrategia política es unir a la población contra un enemigo común. Paz en Corea del Norte significa opresión y silencio, asegura esta activista.

La historia de Yeonmi Park

Yeonmi Park huyó de Corea del Norte en 2007, cuando, junto a su madre, cruzó a China por el río Yalu congelado. La travesía, que relató en un libro titulado Para vivir (en inglés, In order to live), estuvo plagada de horrores: su madre fue violada por traficantes de personas y, posteriormente, ambas fueron vendidas más tarde a hombres chinos que pagaron menos de 300 dólares por ellas.

Con la ayuda de misioneros cristianos, Park y su madre huyeron a Mongolia, cruzaron el desierto de Gobi y finalmente encontraron refugio en Corea del Sur, donde se reunieron con su hermana, que había huido de la dictadura meses antes. También lograron hacer salir de Corea al padre, pero al poco tiempo éste murió de cáncer de colon.

Park continuó su educación en Seúl antes de mudarse en 2014 a Nueva York, donde comenzó a hablar en contra del régimen de Kim Jong-un, poniendo en riesgo su vida. Muchos de sus familiares han desaparecido.

Actualmente vive en Chicago con su esposo y su pequeño hijo y se ha convertido en una activista de derechos humanos.

Park describió el infierno de vivir en una de las dictaduras más brutales del mundo. Entre otras cosas, contó que creció comiendo insectos para sobrevivir y culpa al dictador Kim de matar a su gente de hambre. Tanto su tío como su abuela murieron por desnutrición.

La activista se refiere a Corea del Norte como un Reino Ermitaño donde todos están obligados a rezar a su líder supremo quien es venerado como un Dios. En una entrevista con el diario New York Post contó como a ella y su hermana se les enseñaba que el difunto líder supremo Kim Jong-il y su hijo Kim Jong-un eran dioses que tenían el poder de leer los pensamientos de la gente, lo que hacía que los ciudadanos comunes tuvieran miedo de hablar o pensar mal de los brutales tiranos.

En la escuela, a los niños se les enseña además a contar usando métricas como “bastardos americanos” y se les obliga a hacer “sesiones de crítica” donde atacan y encuentran faltas en sus propios compañeros, creando desconfianza y división.

Los conceptos de amistad o de amor son inexistente en el pequeño país. Todo el mundo es un “camarada” y los sentimientos de adoración están reservados únicamente para el líder supremo del régimen. Ver morir a la gente de hambre y pasar al lado de los cadáveres es parte de la vida cotidiana y la oscuridad con la que se convive en Corea del Norte, según sus relatos.

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