Cómo se vive la cuarentena en distintos puntos de Caracas: Santa Mónica (III parte)

Cómo se vive la cuarentena en distintos puntos de Caracas: Santa Mónica (III parte)

María Gabriela Lara / La Patilla

 

Imalay Vera está ansiosa por la flexibilización de la cuarentena anunciada por el régimen de Nicolás Maduro, junto a las dos nuevas modalidades de venta de gasolina, entre ellas, a precio dolarizado. Cree que todo irá en aumento, mientras a ella y a su hija Paula, de 5 años, les toca ser parte del grupo que se mantendrá en casa.

Raylí Luján / La Patilla

Su esposo, Miguel, que durante el confinamiento en Caracas nunca dejó de estar activo laboralmente por ser encargado de una panadería, es quien corre el mayor riesgo por salir a diario para llevar el pan a la mesa. Eso lo reconoce la joven de 28 años, quien ve este rol entre orgullo y preocupación.

María Gabriela Lara / La Patilla

 

La especialista en gestión académica del IESA confiesa haberse sentido abrumada a principios de la cuarentena preventiva, a mediados de marzo, considerando la información negativa que obtuvo en relación a la COVID-19, el hecho de haber perdido a un hermano poco antes y verse obligada a cambiar la rutina diaria.

María Gabriela Lara / La Patilla

 

“A mi me ha afectado el perder mi rutina de salir, porque todos los días salía y el estar en casa no me hace sentir mal, porque es mi hogar y me siento cómoda, pero no estoy acostumbrada. Hubo un momento en que el cuerpo me empezó a doler y fue cuando tome la decisión de hacer el ejercicio en casa. Me afectó en lo económico porque aunque no he dejado de percibir mi sueldo y mi esposo tampoco, sigue siendo el mismo sueldo que teníamos en marzo, se sabe que la devaluación hace que no te alcance ya para lo mismo y sin saber en que tiempo se pueda recuperar la economía que uno tenía para cubrir los gastos que se necesitan”, cuenta Imalay.

María Gabriela Lara / La Patilla

 

La joven se ha dedicado a las actividades del hogar y atender las clases online para su pequeña, cursante de tercer nivel de preescolar. Ha sido todo un reto para ambas. A Imalay le tocó respirar hondo varias veces durante los aprendizajes y a Paula entender que no regresaría pronto a las aulas.

María Gabriela Lara / La Patilla

 

“La maestra nos guía por el grupo de WhatsApp, con un plan semanal, nos da un ejemplo a diario. Ella va para primer grado y es uno de los temas que mas me preocupaba, porque ya no va a ser el mismo salón, la dedicación de las maestras es diferente, ella tiene que copiar de la pizarra, tiene que sumar, restar. He tratado de irla reforzando en esas áreas, no tengo pizarra pero trato de enseñarla que avance más en su lectura. Para mi, ha sido fuerte porque no es mi área. Mi paciencia para enseñar es muy poca, ella tiene 5 años y lo que es lógico para uno, para ellos no, y claro porque es una niña. Entonces me estreso mucho, grito, pero trato de calmarme. Entiendo que ella es chiquita, en lo personal me ha pegado y a ella también, siempre pregunta que cuándo volverá a la escuela. Quiere ver a la maestra, a sus amigos”, señala la joven madre.

María Gabriela Lara / La Patilla

 

En la parte baja de Santa Mónica, zona de residencia de Imalay y su familia, los servicios básicos no han fallado tan gravemente, de acuerdo a lo que explica. “Nos ha faltado el agua una semana pero la próxima regresa. Nunca 2-3 semanas nos falta el agua, cuando mucho 10 días. Se nos va la luz pero duramos poco sin energía eléctrica. Creo que el peor de los servicios es el agua pero es un tema general que pasa en toda Caracas. Mis hermanas tienen más de 3 semanas sin agua y también padecen porque tienen bombonas de gas y le cobran más dinero, se anotan en listas. Acá tenemos gas directo”.

María Gabriela Lara / La Patilla

 

Después de dos meses de cuarentena, la casa sufrió el apagón de DirecTV. Ya no tienen nada qué ver que no sea televisión nacional. Han optado por escuchar música, ver videos pregrabados o descargar películas.

María Gabriela Lara / La Patilla

 

Los fines de semana se dedican a algunas labores caseras, cocinar una comida diferente: hamburguesas, pepitos, y salir a hacer las compras que hagan falta. Imalay asegura que les alcanza para menos productos que antes porque todo ha aumentado, y aunque no han perdido la calidad de vida, sí les ha tocado sustituir algunos artículos por otros.

María Gabriela Lara / La Patilla

 

El pánico que hubo al principio de la cuarentena ha ido disminuyendo en ella, sobretodo por la incredulidad que confiesa en relación a las incógnitas sobre la pandemia que aún reposan en el país. “Pienso que nosotros siempre conocemos a alguien, a fulano, al tío, al amigo que le dio, y yo de verdad todavía no conozco a la primera persona que me diga que a fulanito le dio. Nada, a veces lo pongo en tela de juicio, aunque no quiere decir que no exista. Igual tomo mis medidas de precaución, me pongo mi tapabocas, guantes, nos echamos alcohol y nos lavamos las manos. Yo soy incrédula en esa parte de que tengamos tantos casos, además de la propagación. Yo he ido a Catia, para visitar a mis hermanas y vemos mucha gente, y hubiese sido un epicentro de contaminación”, dice.

María Gabriela Lara / La Patilla

 

Se siente agradecida por el tiempo que le ha permitido compartir con su familia y con ella misma, además de las oportunidades de conocimiento que se le han presentado. Indica que ha aprendido a confiar en Dios. “He reforzado mi creencia en él. Nosotros vivimos alquilados en el mundo, hoy estamos y mañana no sabemos. He entendido que lo mas importante debe ser la familia. Empleo siempre habrá, siempre habrá algo que hacer, pero no sabes si siempre la familia va a estar. Lo digo desde la cuarentena y desde que perdí a un hermano, que uno piensa en mañana y pasado y no es así. Le das más valor a la vida y a lo qué haces. Incluso, antes de la cuarentena me empezó a caer la locha”.

María Gabriela Lara / La Patilla

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