Luis Alberto Buttó: De la ciencia

Luis Alberto Buttó: De la ciencia

Luis Alberto Buttó @luisbutto3

La ciencia es aval; la ciencia es garantía. La ciencia es aval y garantía de que puedan comprenderse a cabalidad los hechos, fenómenos y procesos que ocurren en la naturaleza y/o se desarrollan en el conglomerado social. La ciencia es aval y garantía de que la comprensión en cuestión permita al hombre dominar tales hechos, fenómenos y procesos para actuar sobre ellos en función de liberarse de las cadenas del fatalismo y, en consecuencia, mejorar progresiva y constantemente su condición de vida. La historia resume el papel de la ciencia en este sentido: de las herramientas líticas a las naves que se pasean por el espacio sideral hay un salto inconmensurable, maravilloso, mágico, producto de la ciencia en acción. La ciencia es todo lo dicho al ser creación de conocimiento valedero y comprobado y, simultáneamente, repositorio de ese conocimiento para aprovechamiento que trascienda las fronteras temporales. En otras palabras, si algo es ciertamente y al mismo tiempo pasado, presente y futuro de la humanidad, no cabe duda que es la ciencia. La ciencia es expresión sublime del poder transformador del ser humano. Para puntualizarlo: la ciencia es progreso y sin ella ese objetivo es inalcanzable.

Por lo expuesto, se entiende entonces que la ciencia, en la búsqueda irrenunciable de la verdad, debe generar pensamiento crítico allí donde sea necesario. Aquello que aleja a los pueblos del desarrollo no puede ser ignorado por la ciencia. Cuando la ciencia se hace cómplice de lo que está mal adquiere alícuota importante en la tragedia que implica el hecho de que los problemas detectados, más que resolverse o mitigarse, se agraven de manera constante y exponencial. Por ello, más que denuncia al respecto, que sí lo es y no puede ni debe dejar de serlo, la ciencia es configuración dispuesta para servir de alarma, de señalización certera para indicar el camino correcto sin complacencias ni constreñimientos de ningún tipo. Por lo menos, así debe ser en términos ideales. De lo contrario, en balde tratará la ciencia de materializar la misión a la que está llamada, no otra sino la que el propio hombre le impuso al decidir soberanamente liberarse de las cadenas enlazadas por la ignorancia. 

La ciencia no autónoma, la ciencia complaciente, la ciencia silente, en modo alguno es ciencia. Cuando en ciertos momentos de la historia el poder, sea cual sea la variedad en que se ha manifestado, ha logrado subyugar a la ciencia para contener su avance y convertirla en instrumento de la falsedad, el atraso ha sido la secuela irremediable. El punto es que la realidad es la realidad per se y nunca va a pedir permiso para imponerse. Precisamente, para evidenciar esa realidad y cambiarla en positivo cuando sea perentorio hacerlo, es que se afanan los hombres y mujeres de ciencia en su trabajo de cada día, que más que trabajo es una forma de vida noble y por demás enaltecedora. Ciencia inexistente, ciencia disminuida, ciencia domeñada, es sinónimo de oscurantismo. No hay que mirar tan atrás para darse cuenta de ello.





Del irrestricto respeto a la ciencia y su adecuada valoración nace la posibilidad de que ésta produzca los frutos que la humanidad espera de ella. La ciencia no puede responder a parcialidades; su verdadero y único demandante es la sociedad toda, como siempre a la espera de que aquellos que con desvelo y ahínco se ganan el hermoso título de científicos, le indiquen la senda de la no equivocación, el camino que concrete en la práctica el trazado de destinos seguros y mejores por incontrovertidos. La ciencia es información sólida, refutable sólo por ella misma, no por ninguna parcela anclada fuera de los límites del método. La ciencia no es, y jamás debe serlo, efectismo, cortoplacismo, ausencia de continuidad, desconocimiento. Por consiguiente, la ciencia es libertad, es mañana, es horizonte. La expresión social de la ciencia es la seguridad del hombre, su escudo indestructible ante el infortunio. 

Solidaridad con la ciencia no puede ser sólo consigna: es deber irrenunciable de todo aquel que abomina el fanatismo.  

@luisbutto3