José Ignacio Moreno León: Cambios después del Covid-19 y la tentación populista

José Ignacio Moreno León: Cambios después del Covid-19 y la tentación populista

En la historia de la humanidad se habían registrado, antes del COVID-19, dos devastadoras pandemias, la Peste Negra originada en Asia y que llegó a Europa en 1347, conocida también como peste bubónica, la cual causó un estimado de 25 millones de muertes, sólo en Europa, y más de 40 millones en África y Asia. En 1918, otra pandemia de gripe, conocida como Gripe Española, se extendió también globalmente hasta finales de 1919 con la terrible secuela de cerca de 50 millones de muertes. Esta última, a pesar del nombre por la que fue históricamente identificada, no se originó en España sino en una base militar de los Estados Unidos; sin embargo fue en España en donde más divulgación mediática se hizo de esta pandemia, ya que en los países que estaban involucrados en la Primera Guerra Mundial se mantuvo una férrea censura sobre el tema por razones de estrategia militar.

Sobre el origen de la actual pandemia en curso, identificada como la COVID-19, se ha generado una notable discusión internacional, ya que países como los Estados Unidos, Japón, Taiwán e importantes naciones europeos no dudan en señalar que el virus se originó en los laboratorios Fire Eye de biotecnología de Wuhan, en la provincia central china de Hubei, criticando al gobierno Chino y a la Organización Mundial de la Salud por el manejo ineficiente e interesado que hicieron que en los inicios del desarrollo del caso, lo que según se acusa, facilitó la expansión global del virus. A la fecha este virus Chino ha provocado más de 160 mil pérdidas de vidas humanas a nivel mundial, siendo Europa la región más afectada con más de 101 mil muertos, seguida de Estados Unidos con más de 39 mil. En America Latina el impacto de esta pandemia ha sido relativamente bajo, aunque la cifras de fallecidos supera los 4.915, con más de 98 mil casos positivos.

A pesar de la gran divulgación mediática que está nueva pandemia está teniendo al impulso de la revolución de las comunicaciones, sus secuelas en términos de pérdidas de vidas humanas, no es comprable a las dramáticas cifras provocadas por las anteriores. Sin embargo, en el contexto de las nuevas realidades globales que confronta la sociedad contemporánea, el paro o confinamiento al que ha estado sometido hasta la fecha más de la mitad de la población mundial, es obvio que va a tener graves consecuencias, especialmente en el ámbito económico y social, por la quiebra de empresas, el incremento del desempleo, la caída del producto interno bruto de los paises y otros indicadores que ya se asoman en sombríos pronósticos del Fondo Monetario Internacional y la Unión Europea. Frente a esta realidades destacadas personalidades han formulado interesantes consideraciones. Así Yuval Noah Harari expresa sus reservas sobre la capacidad del liderazgo mundial para enfrentar la batalla del Coronavirus, y al advertir que el aislacionismo provocaría a la larga un derrumbe económico, señala que “el verdadero antídoto contra la epidemia no es la segregación sino la cooperación”. Henry Kissinger resalta la necesidad de un gobierno eficiente y con visión de futuro en su país que promueva la confianza pública y la solidaridad social para enfrentar las consecuencias globales de la pandemia, e igualmente destaca la importancia de líderes capaces de gestionar la crisis y construir simultáneamente el futuro. Frente a quienes proclama un posible comportamiento más humano como resultado de la crisis, Fernando Savater expresa sus reservas, afirmando que no confía mucho de grandes cambios de la humanidad y afirma que “ no va a desaparecer el egoísmo de los humanos y no vamos a convertirnos en émulos de San Francisco de Asís porque haya habido un virus.”





Lo que parece indiscutible es el mayor esfuerzo que tendrán que hacer los gobiernos y las sociedades para solventar los graves problemas sociales que se están agudizando como secuelas de la pandemia y que, especialmente en regiones como la America Latina, se verán reflejados en la profundización del desempleo, de la pobreza y la marginalidad. Situaciones que servirán de caldo de cultivo para alimentar la tradicional tentación populista en las programas que habrá que desarrollar con urgencia frente a esa críticas realidades. Esas nuevas circunstancias sociales -que involucran complejas connotaciones políticas- deben obligar a incorporar, con firmeza, una nueva visión del desarrollo en la región. Una visión que debe estar marginada de los vicios del populismo, del caudillismo cleptocratico y de las recurrencias del neoliberalismo. Una estrategia del desarrollo promotora del progreso en libertad, con inclusión social, priorizando la protección no clientelar de los más vulnerables y sustentada en elevados principios éticos en la gestión pública. Es decir, una nueva visión del desarrollo con sentido humano, entendido como el desarrollo humano sustentable.

No podemos olvidar que la falta de cultura democrática y el déficit de civilismo -capital social-, y de valores éticos que caracterizan a la sociedad de Latinoamérica son caldo de cultivo para que germine en la región la perversion populista, con sus ribetes corruptos, demagógicos y estatistas – ahora camuflados como “progresismo”-. Por ello para confrontar los retos de cambio de esta realidad post COVID-19 y de las nuevas realidades que está planteando la sociedad de la información y del conocimiento, se requiere un liderazgo político capaz de entender la demanda de los nuevos tiempos y la necesidad de impulsar las transformaciones que garanticen un desarrollo con sentido humano y eficiencia democrática. Se trata de un liderazgo que entienda, como lo señala el Papa Francisco que “La grandeza política se muestra cuando, en tiempos difíciles, se obra por grandes principios y pensando en el bien común a largo plazo.”