Lenín Guerra: Covid-19 y libertad

Lenín Guerra: Covid-19 y libertad

La pandemia de la enfermedad del coronavirus 2019 (COVID-19, en terminología de la Organización Mundial de la Salud), neumonía de Wuhan o virus chino, prefiero este último nombre, ha develado la fragilidad de la existencia humana. Y no me estoy refiriendo a los efectos clínicos y epidemiológicos de la enfermedad, ya de por sí bastantes graves. Hablo de las consecuencias personales, sociales, económicas y políticas de la cuarentena, eufemísticamente llamada “aislamiento social”. En la medida que en cada país aumenta la tasa de contagios, se están imponiendo cuarentenas cada vez más estrictas. Y justo en esos aislamientos forzosos y prolongados, las personas estamos redescubriendo lo más significativo de nuestra propia humanidad.

Al estar limitados nuestros movimientos físicos y la posibilidad de elección personal en hechos tan básicos como decidir el día más adecuado para ir al mercado, tenemos una sensación de fatiga, malestar y frustración que se acrecienta día con día. Los psicólogos de las redes sociales, y los charlatanes de ocasión también, han intentado lidiar tales ansiedades como fórmulas pseudo-científicas de “autoayuda”. Así, empiezan a acuñar frases manidas como “es una oportunidad para crecer”, “libera tu yo interno”, “saldrás mejor persona al final de esta crisis”, etc. Al margen de las buenas intenciones de estos profesionales de la salud mental, no estamos tratando el problema desde la médula. Y es que el origen de esta angustia generalizada es que la cuarenta ha sido un golpe contra la definición misma del hombre: la libertad.

Ciertamente, estaremos con nuestras familias en las casas, quizá hay comida suficiente en la nevera, nos distraeremos viendo Netflix o cualquiera otra plataforma streaming, divagará nuestra mente por Internet, pero ¿por qué nos sentimos con tal desazón? Porque estos días no somos libres. Y como dijo alguien, la libertad es como el aire: no la sentimos hasta que no la tenemos. Cuando nos quitan la libertad, perdemos nuestra esencia, perdemos nuestra humanidad. Simplemente dejamos de ser humanos y nos alienamos. Entonces nuestra mente se resiste a dejar de ser libre y allí surge la contradicción, la pesadumbre y la desesperanza.





Amigo lector, no se sienta culpable por deprimirse estos días. No significa que usted no ame a su mujer o a su marido, que no aprecie su casa o que no quiera a sus hijos. Usted se siente mal porque no es libre, porque le han arrebatado su propia existencia para protegerle su existencia, por paradójico que esto suene. Su humanidad no se reduce a comer y dormir, a mirar televisión o a conversar con los suyos. Su libertad, y la mía también, es lo que define nuestra humanidad. Si no somos libres, nuestra humanidad se niega en lo más íntimo del ser.

Veinte años de libertades negadas en Venezuela nos han conculcado nuestros fueros más íntimos. Pero, también en estas dos décadas, nuestro espíritu libertario se rebela y se niega a dejarse oprimir. Lucha, resiste y se rebela en cada venezolano. Sea que nos tengamos que quedar encerrados en nuestras casas, o que luchemos contra un gobierno tiránico, la libertad siempre será el ideal más excelso para todos nosotros.

Lenin Eduardo Guerra Twitter: @guerra_lenin, leninguerra@gmail.com