Un historiador de Stanford explica por qué los gobernantes y los más poderosos le temen a la pandemia más que al coronavirus

Un historiador de Stanford explica por qué los gobernantes y los más poderosos le temen a la pandemia más que al coronavirus

Peste Antonina, la primera y una de las más mortales de la historia que se tenga registro (Ilustración de Jules-Élie Delaunay)

 

Desde la Peste Negra, pasando por la Plaga de Justiniano, la Gripe Española, o la más reciente Gripe Porcina, la historia ha dado sobrados ejemplos de cómo se manejaron las gobiernos y los imperios en cada uno de estos momentos críticos. El nuevo coronavirus Sars-CoV-2 podría formar parte de la terrible saga que puso en jaque a la humanidad en reiteradas oportunidades. Actualmente, 1.500.000 personas están infectados con la cepa y más de 90 mil perdieron la vida en apenas cinco meses de pandemia.

Por infobae.com





El actual brote nacido en la ciudad de Wuhan, China en noviembre pasado ha provocado que el mundo se sometiera a rigurosas cuarentenas que frenaron no sólo las vidas de las personas, sino también las economías globales, lo que podría provocar una depresión histórica de continuar así. Pero tampoco sería la primera vez que las cuentas se ven comprometidas con una pandemia. Mucho menos que gobernantes o grandes fortunas vean amenazadas sus realidades. En esa línea, el historiador por la Stanford University, Walter Scheidel, explicó por qué los más ricos del mundo temen tanto a este tipo de epidemias que arrasan con las vidas de las personas, pero sobre todo con las economías.

“El coronavirus, como otras plagas anteriores, podría cambiar el equilibrio entre ricos y pobres”, explicó Scheidel en su columna en The New York Times titulada “Por qué los ricos temen a las pandemias”. En su artículo, el autor describe cómo la mayoría de las grandes catástrofes epidemiológicas impactó en la relación entre los reinos y las capas más desprotegidas de la sociedad.

Por caso, la Peste Negra. De acuerdo al columnista, la pandemia -surgida en 1347- causó estragos tempranos en la sociedad italiana cuando llegó en ratas provenientes del Mar Negro. ?Regresó una década más tarde y los brotes periódicos continuaron durante un siglo y medio, disminuyendo varias generaciones seguidas”, dice el historiador y citó a un antiguo escritor árabe que relató que “todo el mundo habitado cambió”.

“Los ricos encontraron alarmantes algunos de estos cambios. En palabras de un cronista anónimo inglés, ‘se produjo tal escasez de trabajadores que los humildes se volvieron locos en el empleo y apenas pudieron ser persuadidos para servir al eminente por el triple salario’. Los empleadores influyentes, como los grandes terratenientes, presionaron a la corona inglesa para que aprobara la Ordenanza de trabajadores, que informaba a los trabajadores que estaban ‘obligados a aceptar el empleo ofrecido’ por los mismos salarios miserables que antes”, rememoró Scheidel.

Sin embargo, la plaga no cesó y la fuerza laboral continuó mermando. La preocupación quedó sellada en las memorias del entonces clérigo seguidor de las enseñanzas de San Agustín quien advirtió que los más poderosos debieron ceder ante los pedidos de los más humildes. Henry Knighton dijo: “Si alguien quería contratarlos, tenía que someterse a sus demandas, ya que su fruta y el maíz en pie se perderían o tendría que complacer la arrogancia y la codicia de los trabajadores”.

Como consecuencia de este nuevo balance, el ingreso de los trabajadores se duplicaron en pocas décadas. “La desigualdad de riqueza en la mayoría de estos lugares se desplomó”, cuenta el historiador haciendo referencia a los registros contables e impositivos que sobrevivieron a tantos siglos en Italia y el resto de Europa. “En Inglaterra, los trabajadores comían y bebían mejor que antes de la peste e incluso usaban pieles elegantes que solían reservarse para sus mejores jugadores. Al mismo tiempo, los salarios más altos y las rentas más bajas exprimieron a los propietarios, muchos de los cuales no pudieron conservar su privilegio heredado”, describió.

Representación de la Peste Negra hacha en Alemania (Wikipedia)

 

“Durante siglos y milenios las grandes plagas y otras conmociones severas han moldeado las preferencias políticas y la toma de decisiones por parte de los responsables. Las opciones de política que resultan determinan si la desigualdad aumenta o disminuye en respuesta a tales calamidades. Y la historia nos enseña que estas elecciones pueden cambiar las sociedades de maneras muy diferentes”, explica Scheidel.

Según los registros históricos, el columnista relató que a lo largo de los años en Europa, durante la Edad Media sobre todo, el poder constituido pretendía mantenerse incólume y férreo con sus privilegios. Eso a pesar de las demandas de los trabajadores. Sin embargo, eso cambió de forma paulatina a medida que aparecían epidemias que reconfiguraban aquel presente. “Los trabajadores podían esperar mejores salarios, y los propietarios y los empleadores rompieron filas entre sí para competir por la escasa mano de obra”, narró. Esta situación, empero, no pudo verse en algunos países europeos como los del Este del continente, donde la represión era diaria y las condiciones laborales empeoraron.

Pero la represión no siempre funcionó. La Plaga de Justiniano (541-542) tuvo como epicentro Constantinopla, actual Estambul. La capital del Imperio Romano de entonces vivió una de las más mortales epidemias de la historia que se llevó la vida de entre 30 y 50 millones de personas. “El emperador Justiniano arremetió contra los trabajadores escasos que ‘demandan salarios dobles y triples, en violación de las costumbres antiguas’ y les prohibió ‘ceder ante la detestable pasión de la avaricia’. La duplicación o triplicación de los ingresos reales reportados en documentos de papiro no deja dudas de que su decreto cayó en oídos sordos”, dijo el historiador.

Personas se alinean a una distancia social prudente para ingresar a un supermercado que solo permite a cinco clientes a la vez en San Juan, Puerto Rico como consecuencia de la pandemia por coronavirus (AFP)

 

No obstante, la tendencia -aunque provocó cambios drásticos- no se mantuvo a lo largo del tiempo y el orden volvió a reconstituirse lentamente… o con otros protagonistas. “Cuando la población se recuperó después de la plaga de Justiniano, la Peste Negra y las pandemias americanas, los salarios bajaron y las élites volvieron a tener el control. La América Latina colonial produjo algunas de las desigualdades más extremas registradas. En la mayoría de las sociedades europeas, las disparidades en los ingresos y la riqueza aumentaron durante cuatro siglos hasta la víspera de la Primera Guerra Mundial. Fue solo entonces que una nueva gran ola de trastornos catastróficos socavaron el orden establecido y la desigualdad económica se redujo a niveles mínimos. presenciado desde la Peste Negra, si no la caída del Imperio Romano”, escribió Scheidel en su columna en The New York Times.

A pesar de las enseñanzas de la historia, Scheidel es cauto: “Incluso en el peor de los escenarios, la COVID-19 matará una porción mucho más pequeña de la población que los antiguos desastres y tocará a la actual fuerza laboral y la próxima generación aún más suavemente”.

Por último, el académico de Stanford concluye: “La lección más importante de la historia perdura. El impacto de cualquier pandemia va mucho más allá de las vidas perdidas y el comercio restringido. Hoy, los Estados Unidos enfrenta una elección fundamental entre defender el statu quo y adoptar un cambio progresivo. La crisis actual podría provocar reformas redistributivas similares a las desencadenadas por la Gran Depresión y la Segunda Guerra Mundial, a menos que los intereses arraigados demuestren ser demasiado poderosos para superarlos”.

Las 10 pandemias más mortales de la historia

1 – Peste Negra: 200 millones de muertos (1347 a 1351)

2 – Viruela: 56 millones (1520)

3 – Gripe Española: entre 40 y 50 millones de muertes (1918 a 1919)

4 – Plaga de Justiniano: 30 a 50 millones de muertos (541 a 542)

5 – VIH/Sida: 25 a 35 millones de víctimas mortales (1981 a la actualidad)

6 – La Tercera Peste: 12 millones de muertos (1855)

7 – Peste Antonina: 5 millones (165-180)

8 – Grandes Pestes del Siglo XVII: 3 millones de víctimas (1600)

9 – Gripe Asiática: 1.100.000 muertos (1957 a 1958)

10 – Gripe Rusa: 1 millón de víctimas (1889 a 1890)