La primavera comienza a despertar a Pekín de su peor pesadilla

La primavera comienza a despertar a Pekín de su peor pesadilla

EFE/EPA/WU HONG

 

La llegada de la primavera a Pekín ha coincidido con casi una semana sin nuevos contagios y la ciudad ha comenzado a despertar de un mal sueño de casi dos meses al tiempo que florecen sus árboles, animados por los juegos de los niños que vuelven a los parques y la gente que recobra las calles.

Todavía no está ganada la batalla y muchas restricciones permanecen, pero los ciudadanos ya han empezado a perder el miedo que les mantuvo con disciplina oriental en sus casas, sin que nadie -al contrario que ahora en buena parte del mundo- les hubiese obligado expresamente a ello.





Igual que el recogimiento al comienzo de la epidemia llegó de forma casi natural, así parece sucederse ahora este renacer primaveral tan ansiado por los pequineses, como por cualquiera tras siete semanas de encierro.

“ES COMO SI LA NATURALEZA NOS HUBIESE DADO LA SEÑAL”

“Mucha gente ha salido de repente, creo que la primavera también ha ayudado, es como si la naturaleza nos hubiese dado la señal. La situación está mucho mejor que antes”, comenta a Efe Lily Cheng, una mujer de 35 años, que pasea por el céntrico parque Ritan, encantada de ver a sus vecinos disfrutar del aire libre como ella.

Lily, que se muestra aún preocupada por los casos que llegan ahora a China desde afuera, se muestra triste por lo que está ocurriendo en el resto del mundo e intenta ofrecer su experiencia a la gente encerrada en sus casas.

“Nosotros pasamos mucho tiempo en casa, puedes tener miedo o aburrirte, por eso es importante encontrar algo que hacer: puedes leer libros o hacer algún ejercicio, lo mejor para mi fue practicar yoga. Espero que pronto se ponga todo bien en todas partes”, dice.

Al parque de Ritan, hace apenas dos semanas completamente vacío, han regresado los pequineses a jugar al badminton, al ping pong, a bailar o a practicar taichi, una de las actividades preferidas de los chinos.

Eso sí, nadie se saca la mascarilla y, si alguien lo hace, será rápidamente conminado a ponérsela por el primero que encuentre.

Las mascarillas en China se han vuelto un componente tan básico del atuendo en lugares públicos, que uno tiene la sensación de andar desnudo si no se cubre el rostro.

Fuera del parque, las calles también son otra cosa: cada vez más locales y restaurantes abren sus puertas, bicicletas, motos, motocarros y coches comienzan a adueñarse otra vez de las avenidas y a perfilar esa maraña que hacía de Pekín una de las ciudades más vibrantes del planeta.

Por el momento es aún solo un perfil, queda mucho para que la capital vuelva a ser lo que fue, y para que sus habitantes caminen tan despreocupados como lo hacían antes, al menos por lo que respecta a un virus que se ha cobrado en China hasta ahora 3.292 muertes y que todavía está en las cabezas de todos.

LOS CONTROLES RECUERDAN QUE EL VIRUS SIGUE ACECHANDO

Los controles y restricciones en la ciudad recuerdan que el espectro del virus sigue ahí y nadie quiere bajar la guardia, aunque noticias como el reciente anuncio de que se levantará la cuarentena en el foco de Wuhan el próximo 8 de abril hayan sido para muchos la señal definitiva de que la situación mejora.

“Está casi acabada la epidemia, aunque no podemos distraernos. Al menos ya podemos salir a la calle, pero debemos usar mascarillas todavía”, comenta Jeffrey Xing, un publicista que hace cola, manteniendo un metro de distancia con el resto, en una tienda de Apple del animado barrio de Sanlitun.

El local es de los pocos con colas a su puerta en la zona, pese a que todos los establecimientos mantienen un riguroso control de entrada y un límite de aforo muy por debajo del habitual.

Los controles de temperatura corporal en todos ellos se mantienen, al igual que el máximo de tres personas por mesa en los restaurantes y la distancia de seguridad de dos metros entre cada una de ellas.

Al contrario de muchos que afirman desconocer la respuesta, Jeffrey se muestra convencido de que el virus se originó en Wuhan frente a las teorías -algunas defendidas por China- que aseguran que surgió o se trajo de otras partes.

“Los virus tienen una larga historia en este planeta, iba a haber un nuevo virus aquí o allá, podría haber sido en cualquier parte del mundo. No es culpa de la gente de Wuhan, ni de China, ni de nadie. Nosotros estábamos aquí y nos cogió”, afirma.

Junto a locales comerciales y restaurantes han comenzado a abrir esta semana algunas atracciones turísticas de la capital como un sector de la Gran Muralla o el Zoo de Pekín, aunque otras como la Ciudad Prohibida permanecen aún clausuradas.

LOS PANDAS DEL ZOO APROVECHARON EL CIERRE PARA LOS HUMANOS

En el Zoo, tras 59 días clausurado, los animales se encuentran bien e incluso algunos, como los pandas, preferían “tener más espacio para el ejercicio el tiempo que estuvo cerrado”, explicó el subdirector del parque, Zhang Chenglin, al diario oficial China Daily.

El zoo se desinfectó y esterilizo por completo cada semana durante los momentos álgidos de la pandemia y la comida de sus 5.000 animales se chequeó cuidadosamente, según Zhang.

Aunque la ciudad parece despertar poco a poco de la pesadilla, la alegría no es todavía palpable y a la gente le cuesta desprenderse de los hábitos de precaución, que parecen haberse adherido a su piel como un tatuaje.

Los complejos de viviendas mantienen restricciones de entrada y la mayoría de sus puertas clausuradas, los taxis siguen separando sus espacios con un gran telón de plástico y todos viven aún con el temor a un rebrote de la pandemia que llegue a través de los llamados casos “importados”.

“Es difícil prohibir que venga todo el mundo, es natural que la gente de China quiera volver si la situación se está poniendo peor afuera. No es necesario cerrar todo el transporte, pero tenemos que controlar bien a los que llegan”, dijo a Efe Wang Xun un comercial de medios de comunicación que se pasó gran parte del encierro pequinés teletrabajando.

Decía esto poco antes de que las autoridades chinas decretasen anoche la prohibición de la entrada al país de extranjeros, incluso los que tienen permiso de residencia en el país.

De los 595 casos procedentes del exterior que se han registrado en China, cerca del 10 por ciento son de ciudadanos extranjeros mientras que el restante 90 por ciento corresponde a nacionales chinos, muchos de ellos estudiantes, que están regresando al país.

“Globalmente se está poniendo peor y no se alcanza el pico, espero que toda la gente en España y el resto del mundo pueda pasar esto lo antes posible, les recomiendo que sigan las restricciones y tomen precauciones”, apunta Wang antes de seguir corriendo por el recién estrenado aire libre. EFE