José Luis Zambrano: Las huellas de las manos manchadas

José Luis Zambrano: Las huellas de las manos manchadas

“No respira. Esta vez se nos fue la mano. A este no lo podemos ocultar”, posiblemente sentenció el funcionario, mientras extraía del gran balde de agua, la cabeza inerte, bailoteando entre sus manos, ya sin vida. Se habían detenido los burbujeos y los sobresaltos ante la necesidad de alguna bocanada de aire. Había llegado la rendición ante la asfixia y no soportó la presión para vomitar argumentos falsos.

El comisario general del servicio de inteligencia a cargo de estas detestables tareas de seguro estalló con furia, observando su plan de tortura echo migas. Su voz debió de parecer un graznido, incesante, sórdido e implacable. Cómo tapar este suceso, cuando el personaje era público y los medios de comunicación ya habían informado sobre su arresto por parte del Sebin. Cómo saltarse a la torera la explicación pormenorizada y dejar de lado la estridencia de los enigmas.

Para estas situaciones siempre hay algún cabo suelto en la misma madeja. No pueden dejarse vestigios irreparables, pues la nueva misión es detener la mirada abismal que recaerá sobre la comisión y el propio Gobierno. Debe remendarse tan tremendo percance y enmascarar lo evidente.





“El tipo era débil. Tan carente de fortaleza, que no aguantó la presión de su culpabilidad y se lanzó al vacío por la ventana cuando le permitimos ir al baño. Esa será la excusa perfecta. El sujeto apeló al suicidio”, farfulló tal vez el comisario, tratando de blandir algún pretexto categórico y creíble. Será la bola de naftalina para ahuyentar las dudas razonables sobre el homicidio. Poner la serenidad a toda prueba y desatorar la encrucijada.

El concejal Pedro Albán sufrió el terror irresistible de la agonía. Atascado en ese cubo de agua, con los pulmones húmedos, entumecido, forzado al maltrato y con el valor deshecho, al sentir cómo se le anegaban las vías respiratorias y se le diluían las luces de la existencia, no tuvo otra alternativa que dejarse llevar ante la pérdida de la vida. Ni en sus visiones de pesadilla hubiese imaginado extinguirse por las torturas en un calabozo del régimen.

Son recurrentes las prácticas de ablandamiento, sometiendo y humillando a los inocentes por parte del Sebin. A este legislador municipal trataron de involucrarlo en el presunto atentado imaginario con drones que sufrió Maduro en un desfile militar en agosto. Dicen que nadie estuvo presente en la autopsia de sus restos y que lo entregaron sin los procedimientos mínimos forenses.

Nadie cree que se haya lanzado de un décimo piso cuando solicitó ir al baño. Antiguos presos políticos que sufrieron de los desmanes en esas funestas instalaciones aseveran que los detenidos son custodiados en todo momento, hasta para ir a realizar sus necesidades básicas. También existe la versión que los sanitarios se hallan herméticamente cerrados, sin ventanas, situación lógica para este tipo de edificaciones de seguridad. O que tuviese el detenido semejante habilidad y no estuviese esposado.

Esta unidad especial de tortura del Sebin también tiene otras máculas en sus maniobras de tormento. Por ello, las dudas se acrecientan sobre la muerte de Rodolfo González, quien se ahorcase en una celda de este organismo en 2015.

Quienes conocieron a Albán no lo creen capaz de quitarse la vida. Era católico ferviente, practicante, devoto y con los aperos espirituales suficientes como para soportar cualquier tentativa de inmolarse.

Fernando Albán había tenido recientemente una participación fenomenal en la ONU, cuya denuncia sobre los atropellos hacia los derechos humanos en el país, pudo haber encendido la flama de la ira gubernamental, para convertirlo en uno de los tantos mártires con los cuales cuenta esta dictadura cruel y sin entrañas.

A la sombra de estos hechos está la convicción nacional. Nadie se creyó esta vez los alegatos sin sentidos de los personeros inservibles del gobierno. Ni en los senderos del mundo existe un grano de certeza sobre este vil acto. Ante tantas huellas marcadas esperemos que no se sacuda el polvo hacia debajo de la alfombra y se eche el caso al olvido, como han tratado de desdeñar por años los ecos de nuestra libertad.

 

MgS. José Luis Zambrano Padauy

Ex director de la Biblioteca Virtual de Maracaibo “Randa Richani”

zambranopadauy@hotmail.com

@Joseluis5571