Revendedores de boletos hacen de las suyas en terminales

Revendedores de boletos hacen de las suyas en terminales

Foto Twitter/- Ernesto García
Foto Twitter/- Ernesto García

En plena crisis que atraviesa Venezuela, muchos son los que se aprovechan y abusan del bolsillo del pueblo, sin tener un control por parte del Estado. Tal es el caso, de los terminales terrestres ubicados en Caracas, que en cada asueto los revendedores de boletos hacen y deshacen sin que las autoridades le pongan un coto.

En un trabajo realizado por El Nacional, reseña las penurias de los viajeros para conseguir tickets a sus destinos planificados.

Recostado sobre una reja de hierro gris a las puertas del terminal de autobuses privado Rodovías de Venezuela estaba ayer al mediodía Evert Pérez. La empresa había decidido cerrar los accesos de las instalaciones para evitar desórdenes con los pasajeros, que lucían cansados luego de esperar durante 16 horas frente al establecimiento sin que les ofrecieran información clara sobre la posibilidad de adquirir boletos, y Pérez esperaba respuesta.





“No quieren que subamos porque creen que causaremos algún daño. Mucha gente durmió sobre cartones en la calle para estar de primera cuando abrieran la taquilla. Pasaron solo 32 personas y luego dijeron que se acabaron los pasajes para todos”, dijo Pérez, que no se limitó al momento de denunciar la reventa de los boletos por parte de los propios trabajadores de la empresa, así como para afirmar que miembros de la PNB y funcionarios de la GNB entraron “como Pedro por su casa” a buscar tickets mientras decenas de viajeros continuaban esperando sobre las aceras del bulevar de Quebrada Honda.

“No hemos ni desayunado”, dijo molesta Marlene Campos al mediodía, que pretendía llegar hasta Cumaná. “Ellos tienen 14 unidades con una capacidad mínima de 44 puestos cada una. ¿Cómo es posible que con solo un grupito que entró nos digan que se acabaron los boletos?”, exclamó Pedro Salazar, que llegó a Rodovías ayer a las 3:00 de la madrugada con el propósito de viajar a Carúpano.

El rebullicio de gente se aglomeró frente a la puerta cuando a las 12:22 pm una mujer les rumoreaba que no venderían más pasajes para el día, sino para el siguiente. Pérez no sabía qué hacer y Salazar todavía esperaba a que salieran funcionarios de la Superintendencia de Precios Justos a ofrecerles alguna explicación. “Esos ya arreglaron allá adentro”, comentó un señor severamente molesto, luego de horas sin comer ni dormir bien.

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