¡Toc toc! “Maduro, abre la puerta” por @FariasJoseLuis

¡Toc toc! “Maduro, abre la puerta” por @FariasJoseLuis

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La penuria financiera ha puesto al régimen de Nicolás Maduro a depender de la quema de las reservas internacionales, de los retiros del Fondo Monetario Internacional, del remate a precio de gallina flaca de los activos internacionales (privatizarlos, palabreja que el gobierno evade mencionar) y de arrastrarse, cada vez con mayor sumisión, ante los chinos y otros impresentables acreedores, en procura de nuevos préstamos.

En suma, Maduro mantiene un proceso de destrucción de la economía nacional con el único propósito de postergar el inevitable default hacia el cual se viene deslizando el país por goteo producto del despilfarro, la corrupción, la previsible caída de los precios petroleros y, sobre todo, de su terrible incapacidad para decidir los ajustes económicos, escondida detrás de una jerigonza presuntamente socialista, patriótica y antiimperialista.





Se pregunta Maduro en sus adentros y lo balbucea ¿cómo equilibrar el gasto público y los ingresos de la nación que es en fin de cuentas, dicho de modo sencillo, el objetivo de los ajustes económicos sin correr el riesgo de ser arrojado del poder por la ira popular? Como si ya la gente no tuviera sobre sus hombros la carga de su desastrosa y delictiva administración. Cinismo que lo lleva a la estupidez de la impresión desmesurada de billetes sin soporte económico, un remedio peor que la enfermedad.

Claro está, Maduro no ignora las nefastas consecuencias políticas que para su gobierno arrastrarían medidas tales como el incremento de la gasolina, los ajustes de precios, la eliminación del control de cambio y demás ajustes fiscales y administrativos.

Los efectos de decisiones de ajuste económico, tan simples y complejas a la vez, Maduro los conoció en algún momento de su vida cuando, desde la acera de enfrente, participó de las protestas del 27 de febrero de 1989 contra las medidas decididos por el expresidente Carlos Andrés Pérez y sabe que la situación del país, hoy en sus torpes manos, es infinitamente peor a la de aquel trágico primer año del gobierno de Pérez.

Un par de frases muchas veces repetidas por Aristóbulo Istúriz, su compañero de ruta desde aquellos días, cuando ambos eran celebérrimos reposeros, quizás resuman todo el “profundo” pensamiento político de Maduro frente a la encrucijada en la cual se encuentra. La primera: “no es lo mismo pedir agua que repartirla”, una manera burda de decir que una cosa es estar en la oposición y otra es estar en el gobierno para justificar la toma o no de decisiones; y la segunda: “el control de cambio es político, si lo eliminamos nos tumban”, que no es otra cosa que una forma irresponsable de gobernar pretendiendo llevarse todo por delante dado el miedo a pagar las consecuencias de perder el poder.

Sin embargo, haga lo que haga, su destino está marcado. Le queda poco. El cambio político democrático está tocando a su puerta y solo puede escoger entre abrirla o dejar que quienes la tocan la abran a su manera. ¡Toc toc!