Nadal, otro adiós temprano

Nadal, otro adiós temprano

Foto: AFP
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Después de cinco finales consecutivas, cuatro derrotas inesperadas seguidas ante rivales que ni siquiera formaban parte del top cien. Es el palmarés de Rafa Nadal, que vuelve a caer en la hierba de Wimbledon en una ronda demasiado temprana. Dustin Brown, quien ya le venciera el año pasado en Halle, en su único precedente, volvió a convertirse en ese malabarista que domó la pelota a su antojo, para desesperación de un Nadal que encontró trampas en su propio servicio y no halló recursos al resto. 

Brown, un estilismo diferente también escondía una raqueta distinta. Unos golpes singulares y una agresividad de otros tiempos y otros deportes. Ganó en blanco su primer juego y llevó al «deuce» a su rival en el segundo. Golpes de vértigo y dejadas de dulce. Un repertorio heterodoxo, irregular, irreverente y algo caótico que encontró los mismos aciertos que errores. Nadal, desorientado y algo lento, no halló respuestas para forzar al rival. No se le vio cómodo en ningún momento.





Tan errático para los errores no forzados como para los golpes ganadores, el germano-jamaicano quiso demostrar que nada tenía que perder. Recuperó su saque, al resto, en blanco. Consolidó el break con su servicio, en blanco. Y la película volvió a empezar. Con un aviso: Nadal debía ir a más porque la muñeca de su rival se había puesto peligrosa. Con un puntito más, el español logró igualar el set a cinco, pero las estadísticas demostraban que el agresivo era el alemán, con 22 ataques frente a diez de Nadal, y con servicios que superaban los 200 kilómetros por hora.

Ni por ranking ni por calidad pudo levantarse el balear, que ofreció con su servicio dos bolas de set y el alemán aprovechó la segunda para llevarse el aplauso de la pista central. Un resto agresivo y sin miedo a los pies de Nadal, al que se le torció el gesto todavía más. Hasta pidió ir al servicio en el intercambio de pista. Dudas, inseguridades, un servicio que no acabó de ser definitivo, un resto que apenas conseguía puntos; y un aluvión de energía y golpes sin dirección por parte de Brown enturbiaron la primera manga.

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