Alexander Guerrero E.: Venezuela tierra prometida: De los que están y no están

Alexander Guerrero E.: Venezuela tierra prometida: De los que están y no están

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La palabras de Mendoza dirigidas a sus empleados, expresaron emocionalmente un triste realidad, la de una empresa exitosa y acosada por el gobierno, y en la hoja de ruta de Maduro como  el trofeo más importante de su ola estatizadora; el acoso ha sido incesante durante lustros, CADIVI, CENCOEX,  Ley Precios Justo, monopolio estatal para importaciones, sindicatos comunistas, Ley de Trabajo, al final tan negativa para el empresario como para el Trabajador, y positiva para nadie, excepto para las mafias que se esconden en el mercado laboral, para el crimen que tiene como víctimas, trabajadores y empresarios.

Mendoza ha dado la batalla como cualquier empresario que se respete en la defensa de su propiedad, eso es natural, y para el comunista la propiedad la de Mendoza y la suya son obstáculos en su cruzada de dominación y control social y político. Pero, en un país con una curiosa esotérica cultura en relación a la propiedad privada quizás no le sea fácil comprender que la propiedad se define con la vida, sin propiedad no hay vida. Esa esto rica visión de la propiedad, como si esta fuese un robo y no una institución natural del individuo, que lo diferencia de otros seres vivos, animales y flora, es similar a loa que cantaron anarquistas y socialistas marxistas en Europa, en plenas batallas políticas compartidas con el socialismo de clases de Marx, contra el capitalismo y el progreso en el s. XIX.





En Venezuela, el venezolano,  no ha logrado superar ese  viejo lastre arrastrado por siglos por el catolicismo medieval, traído del cristianismo primitivo,  viviendo en la sociedad feudal, contra la historia. Hoy ese venezolano para completar su camino a la ruina estrena la cultura de la destrucción bajo el odio de clases, el resentimiento personal, especie de engendro cultural y emocional impuesta por eso que llaman “chavismo”;  la  versión criolla del comunismo, similar a la del castro comunismo que acabo con Cuba.

Venezuela comparte historia con Cuba, algunos intentos similares también se realizaron en otros países en América Latina, pero allí las sociedades más cohesionadas, mostraron deseos de vivir, trabajar y triunfar sobre sus éxitos familiares y personales y pudieron enterrar a los comunistas, a unos y pacificar a otros. En Cuba los Castros y sus guerrilleros llevaron al paredón a los capitalistas;  acá en Venezuela, la agenda fue expropiarlos, arrumarlos, expulsarlos, nacionalizarlos, y para hacerlo más tragicómico, Chávez a menudo los invitaba a Miraflores a desayunar. Así, como cualquier Nerón, degustaba ver a sus próximas víctimas en privado, en su circo personal, para disfrutar su orgia contra la propiedad privada, el éxito individual y la prosperidad basada en esos principios. Sábenos que Chávez era un comunista con estrellas y fusil.

Algunos interpretaron las palabras de un empresario exitoso bajo el odio de clases aprendido sublimado e inconsciente;  otros como un grito desesperado  bordado con un argumento inoportuno, relacionado con la tragedia de los que por alguna razón decidieron salir de Venezuela en búsqueda de un futuro para sus hijos que  ya no lo ven. Fenómeno, nada anormal, en un país donde las dos terceras partes de la población son descendientes de inmigrantes en las últimas cuatro generaciones, un siglo, durante y posterior al término de la 1era Guerra Mundial, fueron cuando masivamente y durante esos años fueron llegando nuestros antepasados, buscando una tierra promisoria que era  vista en el mundo a través del café, el azulillo y el cacao y posteriormente del petróleo y la buena nota del venezolano para aceptar a quienes a todo evento, llegaron a enseñar y crear riqueza..

Es evidente que las palabras de Mendoza respecto de los que se van, pudieron haber sido emocionales, tratando de darle fuerza a quienes fueron en directo, sus trabajadores y en parábola a quien estaba oyéndolo fuera de los muros de la  Polar.  Era evidente que Mendoza debió ahorrarse esas palabras, porque ese fenómeno migratorio de venezolanos buscando futuro en otros mundos es nuevo pero no desconocido. Los hijos de los hijos de quienes llegaron hace cien años, buscando futuro para sus hijos, hoy no lo consiguen para esos descendientes de aquellos pioneros de hace cien años. El problema es evidentemente más complejo que  la banalidad que lo expreso emocionalmente Mendoza, y es importante que él lo corrija, mientras más temprano mejor.

La sociedad está configurada por sectores sociales diferentes, la desigualdad es,  lejos de lo que expresan los socialistas, una necesidad, es un valor y un incentivo que impone el espíritu creador y competitivo por vivir mejor de cada ser humano. Si los gobiernos buscan la igualdad, hay que ensenarles, a los políticos, -y no es fácil, sus incentivos son el demonio de la política- que los mecanismos administrativos y políticos que nos quieren hacer iguales, lo podrán lograr, pero a costa de la pobreza de todos, es eso lo que hay que combatir. Porque en el discurso de igualdad se esconde una sociedad perversa que forja castas de dirigentes y políticos, quienes como en el dicho, cuando parten y reparten, se quedan con la mejor parte.

Los que se han ido han corrido como el pueblo que siguió a Job para escapar de los demonios y la destrucción de Sodoma y Gomorra. Lot encontró, para su pueblo otros problemas, pero sin lo que dejo atrás ayudo a construir otro pueblo. La historia reseña que quien se fue por futuro de los que siguen, solo desaparecen físicamente, pero su legado queda atrás, así ha pasado durante milenios con el pueblo hebreo. Hoy los hebreos en su pedazo de tierra rodeados de enemigos de todos los calibres, luchan por dos cosas, defender su tierra y defender el progreso económico y defender su legado.