A la oposición y, en particular a MCM, les corresponde acordar las respuestas adecuadas; no caer en una trampa anunciada. Tal vez, el exilio de MCM es la respuesta para prevenir la guerrilla mediática en la que este gobierno pretende meter al país. Es probable que desde el exterior MCM agregue más valor a la oposición, que desde algún calabozo del INOF. Al desactivarse el foco de a-tención sobre su eventual reclusión, se ganaría la calma necesaria para definir los acuerdos que las parlamentarias exigen.
Venezuela no requiere héroes, sino pactos políticos que permitan la sustitución constitucional de la élite que administra el poder. En el entendido que cada día queda más claro que la MUD es sólo uno de los actores que requieren sumarse para reemplazar al gobierno. Los otros están en las filas del Polo Patriótico y de los independientes. Hoy más que ayer la oposición requiere alianzas. Un paso en esa dirección sería que sus dirigentes evitaran que los utilicen en contra de los fines que dicen perseguir.
Un aparente acto de coraje de MCM llevaría agua al molino oficialista; mientras que su distanciamiento silenciaría el escándalo con el cual el gobierno pretende arropar la catástrofe en la que se encuentra la república. Que la gente sienta sin interferencias la magnitud del crack es un requisito esencial para ganar las parlamentarias con anticipación y en la calle.
Los límites a las arbitrariedades de este gobierno los establece el pueblo, no el voluntarismo de sus adversarios. Quizás, bajo esa premisa la oposición podría evaluar sus decisiones. En especial, debería considerarse que el presidente y su grupo actuarán sin restricciones para preservar el poder. La confrontación con Nicolás Maduro es por el poder; no es por curules en el parlamento o por un cambio de gobierno, con exclusividad.
Las acusaciones a los dirigentes que adversan al gobierno persiguen que la oposición se personalice. Que sus luchas prioricen la solución de los conflictos de sus directivos por encima de los objetivos políticos. Sobre todo, que sus disputas se exacerben. De hecho, cuando imputan suponen que cada vocero perseguido se convertirá en víctima y en héroe, al menos para sus seguidores. También presumen que pocos se atreverán a contradecir las demandas de un dirigente que está preso. Que sus partidarios exigirán que se les dé la razón sin evaluar las consecuencias de su argumentación. Los oficialistas interpretan que al convertir a algunos representantes en culpables, en la oposición se alejarán las posibilidades de finiquitar una alianza política. Ellos saben que la heroicidad reclama reconocimiento; no pensamiento crítico y, mucho menos, consenso.
En una oposición integrada por héroes, el acuerdo se convierte en irrealizable. Se incrimina a MCM para complicar más las negociaciones en la oposición. Los oficialistas entienden que un acuerdo a tiempo en la oposición les perjudicaría en las parlamentarias. Temen que la sensatez, y, no las pasiones, se apodere de sus adversarios. Que actúen con el equilibrio reflexivo que solicita la nación. Les angustia que un escenario sosegado permita comprender que un potencial acercamiento entre opositores y socialistas moderados promete una Asamblea con poder para el cambio, no para el servilismo.
Alexis Alzuru
@aaalzuru