Como toda miss en la víspera de su participación en el concurso, su agenda es muy apretada. Edymar Martínez se toma unos minutos y contesta la llamada del diario El Tiempo.
Habla fluido. No tarda en responder a las preguntas. La risa pareciera ser parte de su personalidad, Quizás esa espontaneidad y alegría le viene porque es oriental.
“Yo soñaba con participar en el Miss Venezuela y representar a mi natal Anzoátegui”.
Sabe que llevar la banda del estado Miranda significa, en el concurso, ser una candidata de peso. Es la segunda entidad, después de Guárico, con mayor número de coronas.
“Esa era la que me querían dar, pues siempre me nombraban en las redes sociales desde mi llegada a la Quinta Miss Venezuela”.
La oportunidad de competir en el certamen de belleza nacional le llegó después de hacerse de la banda y la corona como Reina de Carnaval de Barcelona de este año. En ese concurso conoció a Esteban Velásquez. Este cazador de talentos le insistió en que debía participar en el cásting. Hoy se siente agradecida con quien hoy es su mánager.
Devoción y fe
Edymar dice que no duda en luchar por sus sueños. “Siempre con mente positiva, encomendada a Dios y con mucha fe”. La miss considera que en la vida todo es posible. “Aquí estoy yo, cumpliendo mis sueños”.
Como oriental es devota de la Virgen del Valle. Al mudarse de Lechería a la región capital, le costó despegarse de su madre, a quien considera su fortaleza, ídolo, maestra y modelo a seguir. Antes de irse, le entregó su medalla de la Virgen, “Mi Vallita”, para que la protegiera.
Para dedicarse por completo a trabajar por la corona de la mujer más linda de Venezuela, suspendió temporalmente sus estudios de Turismo en el Instituto Antonio José de Sucre de Puerto La Cruz. Ahora, en la agitada Caracas, le toca madrugar para entrenar y poder llegar puntual a la Quinta Rosada.