Así es Zoe, la cebra hawaiana con rayas doradas y ojos azules

Así es Zoe, la cebra hawaiana con rayas doradas y ojos azules

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Este animal, diagnosticado de amelanosis, fue rechazado por su madre al nacer por culpa de su extraño color, publica abc.es

Aurora Vasco / Madrid





Sus dos colores distribuidos en preciosas rayas a lo largo y ancho de su cuerpo son el distintivo más característico de este mamífero, considerado muy curioso por su apariencia externa. Este aspecto conquista aún más a todo el que los contempla cuando surgen especímenes con alguna «rareza» extra, tal y como fue el caso del «ceburro» –fruto del cruce entre una cebra y un burro– del que informó ABC el pasado diez de agosto.

Pero este hecho no es el único en el que las cebras son objeto de cualidades nada habituales en la naturaleza. Zoe es otro ejemplar de esta especie que merece mención especial, esta vez por la ausencia de dibujos negros con los que pinta su piel. Ella padece amelanosis, una alteración de la pigmentación que –según indican en Three Ring Ranch, el santuario de animales que la cuida en Kailua-Kona, en Hawai– no tiene nada que ver con el albinismo.

Sus rayas, en lugar de ser negras, son doradas; y sus ojos tienen un color azul que no es igual al oscuro que suele estar detrás de la mirada de las cebras. Sin embargo, aunque Zoe resulte un ejemplar distinto, no es la única en el mundo que tiene estas características. «Hay unas 25 cebras como ella en el mundo. Todas viven en reservas privadas en Kenia, muy cerca del lugar donde la madre de Zoe fue capturada, por lo que todas están relacionadas entre sí», cuenta a ABC Ann Goody, directora ejecutiva de Three Ring Ranch (animals@threeringranch.org).

Problemas en la familia

Que nazcan más cebras como Zoe sólo depende de la genética, puesto que su amelanosis responde a los patrones de genes que le transfieren el padre y la madre. Por eso, Goody informa de que nadie sabe realmente qué condiciones deben confluir para que vuelva a desarrollarse un ser vivo con los matices que Zoe, que ya tiene 16 años. Las cebras suelen vivir una media de 30 años, y no se prevé que que por la deficiencia de Zoe desarrolle ninguna enfermedad especial –como mucho, indica Ann, «algún problema de visión nocturna»–.

Sin embargo, su particular apariencia física sí ha traído complicaciones a Zoe durante su infancia. Después de dar a luz, su madre comenzó a darse cuenta de que el color de su cría no era el normal y la rechazó. Cuando la pequeña cebra intentaba acercarse a ella, la madre la alejaba de su lado por todos los medios, incluso dándole bocados o coces. Afortunadamente para Zoe, su hermana Tootsie no evitó su compañía, y pudo jugar con ella sin sentirse discriminada.