Víctor Vielma Molina: El optimismo vencerá a la impunidad

Víctor Vielma Molina: El optimismo vencerá a la impunidad

thumbnailvictorvielmamolinaLos infaltables pesimistas, ante la imperante corrupción de las autoridades civiles y militares de la revolución, dicen: “¡Esto no lo cambia nadie!” Este escepticismo es pernicioso, infeccioso y destructor para las presentes y futuras generaciones. Muchos pensadores del mundo opinan, con razón, que lo peor que le puede suceder a un pueblo es precipitarse en el escepticismo, en la incredulidad.

Por ello, bien se puede sentenciar, que la impunidad es la madre de todos los delitos. Empuja a los pueblos hacia el más castrante y pecaminoso escepticismo.  Crece generalmente, bajo la anuencia y permisividad de los poderes públicos, sustentados por una clase política corrompida y corruptora. Este es y ha sido el retrato más innoble de la revolución en sus 15 años.

La impericia, la mediocridad, la corrupción y el ataque contra el sector económico; la ineficacia evidente de los servicios públicos; la alteración de la legalidad y de la justicia, además de propiciar al más vergonzoso fracaso, abre paso a vicios y delitos.  Situación, equívoca que crea desempleo, inflación, escasez, injusticia y delincuencia. Esta trágica y mala política, destroza la efectividad de todas las instituciones  gubernamentales, empuja a los empleados públicos a hundirse en el reposerismo, a tornarse desatentos, insensibles, irresponsables; a ser sobornables, chantajistas y cómplices.  En resumen, la justicia selectiva, la indefensión y el azote del ventajismo oficialista generalizado, siembra odio, vicios laborales, pesimismo y protestas.





Los gobiernos que amparan a la impunidad, como el venezolano, generalmente, lo hacen para refugiarse en ella.  Así tratan de corromper al pueblo y a sus funcionarios para conminarlos a ser sus defensores incondicionales. Situación que les posibilita, violar la ley y reinar a su antojo. Es por ello, que el funcionario político, cuando se corrompe y se siente respaldado, se aferra más al poder porque ilusamente cree que el poder del alto gobierno es imperecedero y siempre lo ha de salvar. Es así, como la revolución, al violar los derechos humanos y sembrar terror a través de su desbocada fuerza, ataca a la moral del pueblo con el objetivo  de dispersarlo y anular su solidaridad; hacerlo sentir en estado de indefensión y evitar, mediante la inhabilitación fraudulenta, el surgimiento de otros liderazgos. Para verbigracia, veamos cómo se ensañan contra los dirigentes Leopoldo López y María Corina Machado, entre otros tantos.

Por ello, el país dice al alto gobierno, que los sentidos no lo engañan. Pues están persuadidos de que los estudiantes y la gente que protesta, quieren bienestar y seguridad. La gente sabe que Nicolás Maduro, en lugar de atender sus propuestas y dar soluciones,  mostró su garra represiva y terrorista. Allí están esperando justicia innumerables perseguidos, exiliados y presos políticos. Allí sobre la humanidad de 854 heridos, de 3.127 detenidos y de 43 venezolanos asesinados está el saldo inaudito de violaciones de los Derechos Humanos, que como delito de lesa humanidad, esperan justicia.

El pueblo venezolano, no desconoce que está frente a un gobierno irresponsable que  se atreve a negar a todos sus horrísonos y cruentos hechos. Y mediante el monopolio de los medios de comunicación oficialistas a su favor, se atreve a decir: “El Estado venezolano no es represor.” Pero las ONG venezolanas, defensoras de los DDHH, como: PROVEA, Foro Penal Venezolano y Espacio Público, en muchos de los casos con testigos in situ, lo han desmentido y lo han denunciado nacional e internacionalmente.  Pues la realidad, de manera contundente delata al gobierno de Nicolás Maduro, como violador de los derechos a la protesta y de  la vida.

Por ello nos atrevemos a decir, casi de manera cartesiana, que el pueblo venezolano sabe distinguir entre el sueño y la vigilia. Sabe que los sentidos y la vigilia no lo engañan. Solo advierte que el maligno no lo perturba, que nada puede engañarlo, que a pesar de asistir a juicios viciados, el optimismo empieza a guiar su lucha y que el derecho lo asistirá, de alguna manera, para siempre.

 

Víctor Vielma Molina|Educador|victormvielmam@gmail.com