Emilio Nouel V.: Juan Carlos, un rey demócrata

Emilio Nouel V.: Juan Carlos, un rey demócrata

thumbnailemilionouelUna de las noticias más comentadas de la semana es la abdicación del rey Juan Carlos I de España.

Son variadas las reacciones en ese país, el mundo y en Venezuela, sobre la significación de ese hecho, la figura del rey, su papel en la construcción de la democracia española, las causas de la dimisión y el futuro de España.

España, de acuerdo con su Carta Magna, es una monarquía constitucional. Quien ostenta la corona lleva sobre sí la representación del Estado (Jefe de Estado), nada más, nada menos. No gobierna. De allí que no implique que la política exterior la diseñe, dirija o ejecute el rey como algunos equivocadamente piensan. Es ésta competencia del gobierno que democráticamente sea electo, como ocurre igualmente con el resto de las políticas gubernamentales. Lo dicho tampoco quiere decir que el monarca en determinadas situaciones de interés del Estado no opine ni su voz no tenga que ser oída. De alguna manera puede fungir de árbitro entre las instituciones. Pero hasta allí.





A Juan Carlos de Borbón los españoles le deben mucho, sin duda. Ha sido un monarca democrático, aunque la expresión, para algunos, pueda sonar contradictoria. Sin su crucial actuación en los momentos de la transición, como bien dice el escritor Javier Cercas, autor de un excelente obra “Anatomía de un instante” sobre el intento de golpe de Estado del Teniente Coronel Tejero en 1981, no habría democracia hoy en España. El papel determinante que jugó en las negociaciones adelantadas con los distintos factores políticos, no puede ser desconocido. Sería una mezquindad, un dislate histórico.

Se puede estar o no de acuerdo con la monarquía española, con los costos que comporta para el presupuesto de un Estado, pero no se puede desestimar una conducta impecable, la de Juan Carlos, que abrió un periodo de la historia española hacia la concordia, los acuerdos, la convivencia pacífica y la libertad, luego de décadas de acerbos odios, enfrentamientos fratricidas y resentimientos no cicatrizados.

Javier Cercas ha expresado que “ignorar que los casi cuarenta años de reinado de Juan Carlos I han sido los mejores de nuestra historia moderna, los de mayor libertad y prosperidad, es simplemente ignorar nuestra historia moderna”.

En efecto, la España contemporánea es lo que es hoy por la posición decidida de un liderazgo consciente de su responsabilidad histórica, entre ellos, y en primera fila, Juan Carlos. Éste pudo intentar gobernar como su antecesor y tenía la fuerza para ello. Pero no lo hizo, propició la transición hacia las libertades y la democracia.

Hemos visto, sin embargo, declaraciones destempladas, aquí, en nuestro país y en España, que pretenden descalificar la ejecutoria de Juan Carlos por el solo hecho de ser rey.

Se ha planteado de nuevo el dilema república o monarquía, como si la calidad o alcance de la democracia estuviera en juego en ese país con el mantenimiento o no de la monarquía. Creo que equivocan el blanco quienes así piensan. No pareciera ése el tema prioritario, ni las condiciones políticas están maduras para un cambio del sistema político. Como el profesor Luis Garicano dice: la monarquía no es el problema, ni es necesario ni productivo alterar los dos pilares clave del consenso constitucional: la Monarquía y la Unidad de España

Comparto la idea de que lo prioritario es si la democracia debe ser mejorada o no, y parece que lo conducente es su remozamiento, revitalización, de cara a los problemas presentes y por venir. Obviamente, plantearse aquel dilema tampoco es algo ilegítimo o un disparate.

EMILIO NOUEL V.

emilio.nouel@gmail